La DFB tuvo un comienzo perfecto contra Escocia. Con sus trucos exitosos, el seleccionador nacional se ha ganado un nivel de confianza.
Cada entrenador tiene un vocabulario favorito. Mientras que el gruñón holandés Huub Stevens era conocido por repetir como una rueda de oración que los objetivos deseados sólo se podían lograr “juntos”, al ex VfB y actual entrenador del Hoffenheim, Pellegrino Matarazzo, le gusta hablar de haber encontrado un equipo particularmente “enérgico” en los entrenamientos.
Si ha escuchado las palabras del seleccionador nacional durante las últimas semanas, probablemente una palabra haya aparecido con mayor frecuencia en las declaraciones de Julian Nagelsmann. Es importante que cada jugador conozca su “rol”, lo acepte y se ponga al servicio del equipo.
Si nos fijamos en la furiosa victoria de Alemania en el primer Campeonato de Europa contra Escocia, la distribución de roles para el seleccionador nacional parece haber funcionado de manera excelente hasta el momento.
Nagelsmann mostró sus críticas y dejó huella con su actuación ya al comienzo del importante torneo en casa. Independientemente de si fue Kai Havertz como delantero central, İlkay Gündoğan en la décima posición o la retirada de Toni Kroos y su instalación como estratega en la sexta posición: cada una de estas medidas resultó ser correcta.
El once inicial elegido por el seleccionador nacional contra Escocia ya no fue una sorpresa. Nagelsmann había enfatizado demasiado claramente que los “roles” estaban claramente asignados. Una comunicación que podría haberse desplomado en el peor de los casos. Al fin y al cabo, ese mismo primer equipo había hecho una actuación aterradora en el ensayo general contra Grecia en la primera parte, que al menos supieron corregir en la segunda parte.
La actuación contra unos escoceses ciertamente débiles demostró que Nagelsmann tenía razón y que quienes dudaban estaban equivocados. Quieres gritarles: “Dejen que el hombre lo haga”. Porque ha demostrado que se puede confiar en él y en sus medidas y que persigue una idea concreta.
El hecho de que dos suplentes, Niclas Füllkrug y Emre Can, anotaran, subraya la teoría que el seleccionador nacional ya articuló tras la demostración de fuerza ante Grecia. “Si como jugador te sientas en el banquillo y no estás contento, es muy, muy raro que entres como suplente y lo hagas bien. Pero si aceptas el papel, entonces puedes ganar algo para ti y para el equipo”.
Ahí estaba nuevamente la historia del “rol”. Esto todavía podría convertirse en un problema para el seleccionador nacional, dependiendo de cómo resulten los próximos partidos contra Hungría y Suiza. Sin embargo, según los hallazgos actuales, el entrenador en jefe acertó y sigue acertando. Los próximos días demostrarán cuán sólida es realmente la base del rodillo.