Sus amigas habían sentado cabeza y tenían hijos cuando Linde Merckpoel volvió a quedar soltera. Pero entonces llegó Jef, con Jef cayó el rompecabezas y con el rompecabezas cayendo: dos hijas. “No sé si creo en el amor eterno. Pero en: hacer todo lo que pueda todos los días para que Jef se quede conmigo por el resto de su vida”.
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