Emanuela Anechoum a la generación de los treintañeros que siempre busca "la mejor versión de ti mismo" propone un cambio de ritmo: quedarnos quietos y hacer algo bonito con el tiempo que nos dan


NoNo es fácil vivir auténticamente en un mundo que sólo nos reconoce en el espectáculo de nosotros mismos, hasta el punto de confundirnos sobre lo que somos y lo que se nos pide que seamos. Esta es una de las preguntas que nos plantea. Tangerinala preciosa primera novela de Emanuela Anechoum: una historia generacional sobre los veinte y treinta años de hoyun punto de vista inédito sobre quienes llegan desde lejos a nuestro saciado Occidente, una entrega de amor a sus raíces, que tanto para Mina, la protagonista de la historia, como para el autor, se mezclan con un eco paternal de Marruecos.

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Los chicos de Emanuela Anechoum

Mina dejó la pequeña ciudad junto al mar y se fue a vivir a Londres, según ella para sentirse libre, pero en realidad para reflexionar sobre una vida y una amistad no auténticas, en ausencia de su propia identidad. Pero la repentina muerte de su padre la obliga a viajar hacia atrás, primero al sur de Italia, donde el hombre tenía un bar en la playa, y luego a Marruecos, para entender algo sobre ella misma. Escrita en forma de larga epístola, la novela tiene un caudal de ideas y una profundidad de análisis que la hace hablar de madurez literaria.

¿Quién es Mina y qué representa?
Mina tiene 26 años, hija de padre marroquí y madre italiana, decide abandonar el pequeño pueblo en el que nació y su familia, a diferencia de su hermana Aisha, que en cambio continúa con el negocio de su padre y abraza también su fe musulmana. Se va a Inglaterra, trabaja como subdirector en un restaurante de comida rápida algo orgánico. Allí tiene una amistad muy tóxica con una chica llamada Liz, que le alquila una habitación, y ella básicamente está perdida. Todos los que la rodean tienen personalidades fuertes y claras, y ella está ansiosa por encontrarse a sí misma y termina perdiéndose cada vez más.

Emanuela Anechoum, 32 años, nacida en Reggio Calabria, vive en Roma. Se ocupa de los derechos de publicación y ha escrito para muchas revistas; Tangerina es su primera novela. (Foto: Darío Nicoletti)

En su búsqueda de identidad encuentra diversas posibilidades. Uno lo ofrece la propia Liz. ¿Qué tipo de vida propone?
Liz es perfecta sobre el papel, pero no existe una intimidad real con ella. Mina pone a Liz en un pedestal, pero de esta manera excluye conocerla. Liz representa la ciudad, una vida superficial que nos engaña para convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos, en realidad para ocultar nuestras sombras. Una vida de apariencia buena, sostenible, inclusiva y ecológica, que alterna a la perfección el curso de meditación con viajes exclusivos, y que utiliza los valores adecuados para promocionarse en las redes sociales. Una vida, en definitiva, que se presenta como alternativa, progresista, pero que en realidad está perfectamente insertada en una visión capitalista, con sentido de superioridad. Esta es también un poco la imagen de mi generación, y en Liz hice autocrítica, esparciendo pedazos de mí mismo en ella. En este mundo Mina busca el contacto, pero también lo evita, porque teme que se vea su vulnerabilidad. Este dar y retirar es su soledad.

La segunda posibilidad la representan Aisha y la pequeña ciudad de provincias. ¿Puedes describirnoslo?
El país también tiene sus dificultades, pero la relación que Mina establece con su hermana la está salvando. La hermana, que optó por quedarse, no hizo una elección de rendición, sino constructiva, llena de futuro y de ganas de hacer. Y de hecho Aisha consigue crear una comunidad a su alrededor que la hace sentir satisfecha, a pesar de trabajar en el bar de su padre, algo que Mina nunca ha conseguido. De hecho, en la pequeña dimensión es posible crear una red de relaciones reales. Yo, como Mina, soy la que se fue, no vivo donde nací y me quedo mirando hacia atrás a lo que dejé atrás. Como yo, una generación entera se ha ido a las ciudades. Si hubiéramos permanecido todos juntos, ¿podríamos haber construido una alternativa? Me pregunto. Aisha representa para mí una puerta corrediza, la vida que podría haber sido.

El tercer mundo que exploramos es el paternal de Marruecos. ¿Qué aporta a la historia?
Marruecos representa un lugar narrado en segundo grado: desde la imaginación de Mina y desde las historias del propio padre. Mina viaja a Marruecos para armar el rompecabezas con las piezas que faltan sobre la vida de este escurridizo padre. Aquí, con Rashid, tendrá la oportunidad de preguntarse: ¿puedo ser amada tal como soy, sin tener que hacer ni ser nada para que esto suceda? Mi generación está dominada por el mito de la autorrealización, pero ahora Mina prueba por un momento una alternativa: ¿puedo elegir ser simple y feliz? Y este pensamiento le viene en Marruecos.

Tangerinn de Emanuela Anechoum, ediciones y/o, páginas. 244, 18€

Para Mina, la búsqueda de identidad se convierte en búsqueda de autenticidad. ¿Habla siempre en nombre de toda una generación?
Como decía, mi generación siente que se puede reconocer porque se logra, pero así perdemos de vista las relaciones, como si persiguiéramos el ideal de convertirnos en «la mejor versión de nosotros mismos», frase que circula por mucho en las redes sociales. Pero en realidad no existe una mejor versión de nosotros. Hay versiones de nosotros que sacamos a relucir con los demás, porque existimos en las relaciones que tenemos. La autenticidad, al final, ni siquiera depende del lugar, sino de lo sincero y vulnerable que puedas ser con las personas que te rodean. Donde encuentras estas relaciones es en casa.

¿Qué mensaje quieres que nos llevemos a casa al leer el libro?
Me hubiera gustado poner a Mina a salvo, pero al final la conclusión para mí es que no existe una única forma de vivir, de amar, de estar en las situaciones. Cada uno debe encontrar el suyo.

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