Hace dos años, la pareja se mudó a su casa de 21 metros cuadrados en Tiny Oevers Vlietpark en Roosendaal. Esperaban vivir de manera más sostenible, en una comunidad. Pero los agravios se acumularon. Debido al ruido de los establecimientos de restauración cercanos, las ventanas de su casa de Roosendaal tiemblan a veces y apenas se atreven a pasear al perro debido a la delincuencia en la zona. También les preocupa la seguridad de las casas.