Durante la cumbre internacional sobre el clima en Azerbaiyán, el presidente Ilham Aliyev calificó el petróleo y el gas como un “regalo de Dios”. Según él, no se debe condenar a los países por poseer combustibles fósiles ni por comercializarlos, porque cree que el mundo sigue dependiendo de ellos. Sus declaraciones parecen asestar un duro golpe a las ambiciones de esta cumbre.
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