Él, la gran estrella de HSV, resultó gravemente herido. Y casi nadie sabía realmente lo que iba a seguir. Cuánto tiempo estuvo ausente, o si nunca volvería al campo. El final prematuro de su carrera a los 28 años amenazaba. “Sí, eso es lo que me dijeron. Así que dije: Espera un minuto, quiero recuperarme primero”.
“Si eso no funciona, puede cerrar su práctica”
Todo dependía de una operación exitosa. Kurt Fischer fue el hombre decisivo. Se suponía que el médico del equipo de HSV realizaría la cirugía, pero tenía poca experiencia. Seeler: “Creo que fue su primera operación del tendón de Aquiles. Pero Kurt, a quien yo sabía que era un buen cirujano, dijo: ‘Lo averiguaré’. Entonces dije sin pensar: ‘Bueno, si eso no trabajo, puede cerrar su práctica.’ Luego se rió, pero gracias a Dios salió bien”, recordó Seeler.
Fischer tuvo éxito en la operación, no hubo complicaciones. Y en julio, menos de seis meses después de la lesión, volvió a la cancha, con unas zapatillas Adidas especiales. “En los primeros amistosos siempre jugaba media hora o tres cuartos de hora o incluso un poco más. En agosto volví a jugar partidos de liga. Y mi jefe, el viejo Adi (Adi Dassler, nota del editor), que me ha hecho el zapato especial con talón acolchado con el que jugué durante casi dos años y medio”.
El primer gran partido de Seeler desde la lesión fue en septiembre de 1965. Siete meses después de la lesión, “Uns Uwe” se enfrentó a Suecia con la selección alemana en la eliminatoria mundialista. Una victoria era imprescindible para asegurar un boleto para el torneo en Inglaterra: “En ese entonces, le dijeron a Helmut Schön que estaría loco por alinearme”.
Pero Schön contrató a Seeler y no debería arrepentirse. El delantero del HSV anotó el decisivo 2:1 que significó la Copa del Mundo para Alemania. “El gol también fue muy importante para mí porque supe entonces que las cosas pueden continuar a nivel internacional”. También con la lesión en mente: “Antes decían: El souler no volverá nunca”. Pero volvió. Y cómo.”