El Inter paró en Nápoles: esos 403 minutos sin gol ahora preocupan mucho

Los nerazzurri se secan tras el jab de Dzeko a Maradona el 12 de febrero. Con el agravante de que, tras los 62 tiros entre Liverpool, Sassuolo y Genoa, el equipo creó muy poco en el derbi

Aparte de brillo. El primer derbi de copa certifica la involución del Inter, que pasa de un derroche excesivo en febrero a una actuación que ha dejado al descubierto los límites actuales del equipo de Inzaghi. Como si esos 3′ de Giroud en el partido de campeonato de principios de febrero le hubieran quitado no sólo tres puntos sino gran parte de la autoestima acumulada en los tres meses anteriores al conjunto. Y como la cabeza manda a las piernas, de repente afloró el cansancio de varios jugadores muy titulares.

Everest Salernitana

Además de los 5 partidos sin ganar sumando todas las competiciones (no ocurría desde febrero de 2018, y sin el ‘amigo’ Mou serían 7), el número que más asusta a Inzaghi es 403. Estos son los minutos sin un gol de un ataque que hasta Navidades viajaba a 2,6 goles por partido. El último centro es el de Dzeko en el Napoli, un gol bendito porque había parado a Osimhen y sus compañeros. Desde entonces, sin embargo, ha caído la oscuridad, entre situaciones desafortunadas (cruces internos de Calha con Liverpool y D’Ambrosio en Marassi), errores surrealistas (Dzeko y Lautaro con Sassuolo) y una mezcla de falta de convicción y lucidez. Martínez no marca en Liga desde el 17 de diciembre, ante la Salernitana el esperado el viernes en el Meazza en lo que pudo ser un «entrenamiento» rumbo a Anfield y en cambio ahora aparece un Everest. Incluso ante el AC Milan, Toro corrió de manera preocupante, pero ni Sánchez desde el banquillo ya marca la diferencia. Y Dzeko, de 35 años, siempre lo pone todo, pero nunca ha sido un desempatador. Inzaghi puede (en parte) consolarse con el regreso de Correa.

Titulares vaciados

Cuatro partidos y medio sin triplete, sin embargo, no se explican solo por los desdibujados delanteros. Génova y Milán destacaron un declive en la condición de varios jugadores muy titulados, a los que quizás Inzaghi -en busca del buen camino- exprimió demasiado en el inicio del invierno. En lugar de encontrar el Barella y Calhanoglu de noviembre-diciembre, Inzaghi ha reconocido que Perisic también es humano y -prácticamente marcado como hombre como su amigo Brozovic- no siempre puede solucionarlo a base de derrapes. Sin los dos centrocampistas capaces de batear e ir caja a caja, toda la acción nerazzurra se vuelve más lenta y predecible. Mientras Gosens y Correa se convierten en armas fundamentales para que Iván y el ataque tomen aire, en el medio del campo las alternativas parecen menos efectivas. Al menos así lo han destacado los últimos lanzamientos.

Cabeza y errores

Más allá del cansancio -el Inter disputó esta noche su partido número 37 de la temporada, casi todos con selecciones que no recuperaban el aliento ni en los parones-, el aspecto psicológico sigue siendo muy pesado. En una suerte de puerta corredera, como había despegado el equipo tras la victoria de noviembre ante el Napoli, la derrota en el derbi de febrero atascó los engranajes de un equipo que quizás ya se sentía grande pero aún no lo es. Con los méritos de Genoa y Milan, en los últimos 180 minutos los nerazzurri han cometido una serie de errores técnicos -sobre todo en la salida, pero también en el marcador y en las lecturas- que ponen de manifiesto una serenidad perdida. La pelota primero parecía ligera como un Tango, ahora se siente pesada como una pelota ortopédica. El viernes llega la Salernitana que acaba de parar a los primos. A fuerza de esperar la famosa chispa, si no se despierta de inmediato, el Inter corre el riesgo de encontrarse desnudo en la portería.



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