Es con gran tristeza que René Pulles cerrará su amado snack bar en Waalwijk. Debido al constante aumento de los precios de la energía, después de 33 años no ve otra salida para ‘t Heike. “Se me saltan las lágrimas, pero no es diferente”.
En muchos años que René dirige el snack bar con su esposa Miranda, han experimentado aumentos de precios antes. Las patatas se han vuelto más caras y el precio de la energía también ha subido con más frecuencia. René solía transmitir esto a los clientes. “Pero esa fue una pequeña diferencia. Ahora ese ya no es el caso. Entonces, las papas fritas costarían al menos el doble”, explica René.
No quiere que sus clientes paguen unas patatas fritas normales con mayonesa por casi seis euros. “Simplemente no puedes hacer eso”, dice con firmeza. “Además, los clientes probablemente también dirán: ‘Espera, los horneamos en casa'”.
“La gente es muy simpática, es abrumador”
René comenzó a hornear papas fritas cuando era niño. “Empecé en una cafetería de barrio cuando tenía quince años. Realmente me gustó eso y así es como me metí en eso”. Y con éxito, porque su snack bar en Waalwijk es popular entre los residentes locales.
“El sábado anunciamos vía Facebook que vamos a parar y recibimos muchas reacciones”, dice René. Continúa con un pequeño temblor en la voz: “La gente es muy simpática, es abrumador. Me trae lágrimas a los ojos”, dice.
“Trabajamos para Eneco”
Frans van Rooij, de la asociación comercial ProFri, declaró anteriormente que potencialmente el 70 por ciento del sector holandés de tiendas de papas fritas está necesitado. René sabe que muchos colegas están tratando de reducir costos ajustando los horarios de apertura.
También lo ha intentado él mismo, pero como los precios de la energía no están cayendo, no ayuda. Ya subieron 1.300 euros a principios de año y en octubre se sumaron otros 1.800 euros, dice frustrado. “Lo siento mucho, pero permanecer abierto ya no rinde nada; trabajamos para Eneco.”
Ahora, el fabricante de chips de Waalwijk ha tomado la difícil decisión de rendirse. Una decisión que no habría tenido que tomar si no hubiera sido por la crisis. “Realmente me gusta estar en la tienda de papas fritas, pero la diversión se ha ido. No vemos otra solución”. Aún así, René y Miranda mantienen la puerta entreabierta para reabrir en el futuro si los precios de la energía vuelven a caer.