Dossier Intel, para Italia hay en juego un plan de 11 mil millones de chips


Sobre el delgado hilo de la diplomacia económica se juega un proyecto industrial por valor de casi 11.000 millones, potencialmente una de las mayores operaciones con capital extranjero de los últimos años. Se trata del dossier Intel, lanzado por el gobierno de Draghi con el exministro de innovación tecnológica Vittorio Colao y finalizado bajo la dirección de Adolfo Urso, ministro de empresas y made in Italy del gobierno de Meloni. Tras una firma inicial de una carta de intenciones con obligación de confidencialidad, el cambio de ejecutivo condujo a una fase de impasse mientras las dos regiones que quedaban en carrera para acoger la inversión, Véneto y Piamonte, seguían lanzando señales de disponibilidad a la multinacional estadounidense.

La inversión de Intel

En marzo, Intel anunció una inversión potencial en Italia de hasta 4.500 millones para una planta dedicada a la fase de back-end (microensamblaje) del proceso de fabricación de chips, con un estimado de 1.500 empleos directos y 3.500 en industrias relacionadas. En realidad, según lo informado por diversas fuentes gubernamentales (si bien Intel no se pronuncia sobre estos aspectos), la operación se habría redefinido posteriormente al alza: podría ser escalable en el tiempo hasta alcanzar alrededor de 11 mil millones, de los cuales más o menos 7 en capex (inversiones) y 4 de opex (gastos operativos). El caso es que desde hace varias semanas los contactos entre la multinacional y el gobierno, que debe garantizar la financiación pública y las facilidades regulatorias, se vieron interrumpidos o al menos debilitados. Hace dos semanas, la posición de Intel, informada por un vocero, era “estamos a la espera de retomar el trabajo con el nuevo gobierno”. Cuando se le pidió una actualización, Intel confirmó que “nuestro plan de invertir en la Unión Europea continúa” y agregó que “reanudaremos trabajando con el nuevo gobierno italiano”.

Primeros contactos con el nuevo gobierno

Se habrían restablecido los contactos iniciales, aunque el camino sigue siendo bastante complejo, todavía hay tiempos técnicos que considerar y aún hay evaluaciones en curso por parte de Intel sobre el perfil industrial de la operación que se llevará a cabo en Italia en términos de organización con la maxi-inversión de 17 mil millones programada en Alemania. También está por definir la aportación pública que en la mejor de las hipótesis debería cubrir el 40% de la parte del capex, por tanto entre 2.500 y 3.000 millones, entre la cuota estatal y la autonómica. El ministro Urso explicó que el Estado está dispuesto a participar con recursos propios que, sin embargo, varían según el aporte que llegará de la Región elegida y que «la elección del lugar de la planta (según se ha filtrado, Veneto todavía tendría una ventaja sobre Piedmont en la segunda fila, ed) corresponde a la empresa sobre la base de las condiciones que considere más apropiadas».

Apoyo público y aspectos por definir

Sin embargo, se necesita al menos una nueva disposición sobre financiación pública. En marzo, con el decreto energético, se creó un fondo de 4.150 millones hasta 2030 para el desarrollo de microprocesadores, también a través del establecimiento de nuevas plantas en el territorio nacional, pero falta un Dpcm para hacerlo operativo (había que emitirlo a principios de abril) que define áreas de aplicación, criterios y métodos para la asignación de recursos. Sin embargo, teniendo en cuenta el alargamiento de los tiempos, es posible que ahora deba modificarse el escaneo original, que preveía utilizar ya 150 millones para 2022 y 500 millones para 2023. En las interlocuciones con el gobierno de Draghi, tras un alargamiento inicial de los tiempos, se supuso principios de diciembre para la conclusión de las negociaciones. Pero el objetivo final, si se resuelven todos los puntos abiertos, aún podría deslizarse unos meses.

El intento de frenar la burocracia

En términos de burocracia, por otro lado, el gobierno ha preparado un marco útil con el artículo 32 del decreto Aiuti bis que prevé la creación de “áreas de interés estratégico nacional” para la realización de inversiones a gran escala en sectores relevantes, incluyendo la cadena de suministro de “microelectrónica y semiconductores”. El establecimiento de estas áreas equivale a una declaración de indeferibilidad y urgencia de las obras necesarias, también a efectos de expropiación por utilidad pública. Pero incluso en este caso se necesitará una implementación Dpcm.



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