Por Mary-Lou Kunzel
Lea a quién visita Claudia Seidler en su jardín de Müggelheim todas las noches…
Algunos berlineses tienen barrios realmente salvajes. Al igual que Claudia Seidler (64) de Müggelheim. Mientras tanto, el zorro y el erizo le dan las buenas noches.
El primer visitante pasó por ella sorprendentemente hace dos meses. “Afuera, en el jardín, de repente le di una patada a un erizo”, dice ella. “Era tan pequeño y débil que quería ayudarlo a recuperarse”.
Desde entonces, el erizo ha venido de visita casi todas las noches y ha ido a buscar su comida.
“Ahora pesa alrededor de 1200 gramos”, dice el amante de los animales. “Le gustan más las aves de corral. Leí un poco y descubrí que la comida para gatos está bien”. Sus tres gatitos están felices de compartir esto con el erizo.
¿Y el zorro? Ha estado viniendo al jardín con regularidad últimamente. Pero Claudia Seidler prefiere no darle de comer.
Desde una distancia segura, observa a los diferentes amigos antes de que sea hora de que todos se vayan a dormir…
¡Alimentación prohibida!
Los animales salvajes como zorros, martas o mapaches ya no son raros en Berlín. Sin embargo, es importante acostumbrarse a estas golosinas, que no pretenden ser agradables para los humanos, enfatiza el servicio de asesoramiento sobre vida silvestre de la Unión para la Conservación de la Naturaleza (NABU): “Los animales salvajes tienen estrategias para lidiar con la escasez de alimentos. Cuando los alimentamos, pierden su timidez innata, y eso puede ser problemático tanto para los humanos como para los animales”.
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