Según los cuadros, el año pasado se gastaron 695 millones de euros y 438 millones de euros quedaron infrautilizados. El monto total fue mayor de lo normal en ese momento debido a recursos adicionales del plan de recuperación post-corona. La cantidad infrautilizada se invirtió en alquileres convencionales, mediante los cuales los promotores inmobiliarios pueden recibir subvenciones para proyectos con al menos un tercio de propiedades de alquiler social y un tercio de propiedades de alquiler convencionales.
Este año se dispuso de 823 millones de euros y se gastó en su totalidad.
La explicación para el menor ritmo de construcción del año pasado se busca en el coronavirus, por un lado, y en las inminentes fusiones municipales, por el otro, que provocaron que se iniciaran menos proyectos nuevos.
“Ahora claramente hemos superado esos dos obstáculos, nuestras 41 sociedades de vivienda reforzadas han retomado el hilo y han acelerado nuevamente el ritmo de construcción y renovación”, afirma Diependaele.
“En los últimos años hemos recibido bastantes críticas al respecto, especialmente por nuestra elección de una parada en boxes para preparar e implementar a fondo las fusiones. Pero hoy sólo puedo concluir que fue la elección correcta. Estamos logrando el mejor año de nuestra historia en términos de cantidades asignadas a nuevas construcciones y renovaciones en viviendas sociales”.