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Es sabido que el presidente electo Donald Trump quiere que Estados Unidos vuelva a ser grande. Pero al menos una de sus ideas políticas tiene el potencial de dar también una ventaja a la industria europea.
Trump ha prometido fomentar la producción upstream, siguiendo el estribillo de “perforar, bebé, perforar”. También se espera que levante una moratoria de la era Joe Biden sobre la concesión de licencias para nuevas instalaciones de exportación de gas natural licuado.
Estas medidas tendrían un impacto incremental, más que revolucionario. La producción de gas natural en Estados Unidos ha aumentado a niveles récord de alrededor de 125 mil millones de pies cúbicos por día, casi la mitad más que en la última década. Si bien reducir las regalías, el cumplimiento y los costos podría dar a los perforadores un incentivo adicional, el aumento se vería limitado por la presión a la baja sobre los precios del petróleo y el gas.
Mientras tanto, la “pausa temporal” en nuevas autorizaciones para terminales de GNL afectó a proyectos en etapas anteriores. Una reversión no tendría un impacto inmediato, aunque sin duda fortalece las perspectivas de un mayor suministro de GNL en el mediano plazo. maderamackenzie ha estimado Casi 90 millones de toneladas por año (mtpa) de proyectos estadounidenses estaban esperando la aprobación de exportación.
Todo esto es importante porque se produce en el contexto de un mercado de GNL que ya se está preparando para un exceso. Está previsto que proyectos con 130 mtpa de capacidad entren en funcionamiento entre 2025 y 2027, lo que equivale al 33 por ciento de la capacidad de GNL existente, según el análisis de Bernstein.
Esta cifra es inferior a la estimada porque los proyectos sufren retrasos y complicaciones. Pero aún supera con creces el crecimiento de la demanda esperado en el período. A medida que esta avalancha de combustible sobreenfriado llegue a las costas europeas, es casi seguro que hará bajar los precios.
Las fuerzas del mercado, entonces, están conspirando para traer gas más barato a Europa, al menos por algún tiempo. La geopolítica plantea más preguntas. La campaña de Trump incluyó la promesa de llevar a una rápida conclusión la guerra de Rusia con Ucrania. La capacidad del presidente electo para hacer esto sigue siendo cuestionable. Tendría implicaciones trascendentales, de las cuales la energía (dadas las enormes reservas de gas de Rusia) es sólo una.
Durante el próximo año, aproximadamente, el mercado seguirá sujeto a episodios de volatilidad, especialmente si los europeos experimentaran una ola de frío estacional. El suministro de GNL sigue siendo razonablemente limitado debido a los retrasos y los cortes, pero la demanda europea de gas sigue muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis. Sin embargo, más allá de eso, la oferta sigue llegando, y en mayores cantidades.
Para las industrias europeas que enfrentan aranceles, especialmente aquellas en sectores de uso intensivo de energía, como los químicos y la siderurgia, la perspectiva de una caída a mediano plazo en los precios de la energía sería un cierto alivio.