El técnico del Ajax hizo algo extraño. Me levantaré en un minuto. Primero mi enhorabuena al entrenador del PSV. Mis condolencias fueron para Roger Schmidt, quien teatralmente se arrodilló después del pitido final. El alemán, a menudo difamado, de repente volvió a dar ese estatus tonto de piña. La Copa KNVB no parece ser un premio de consolación en absoluto. El PSV merecía ganar, aunque Erik ten Hag afirmara que no.