Charles Michel: La UE necesita una verdadera unión energética ahora


El escritor es presidente del Consejo Europeo

Al lanzar una guerra contra Ucrania, Vladimir Putin también ha disparado un “misil de energía” contra Europa. Quiere destruir nuestras economías, debilitar nuestras sociedades y destruir nuestra moral. Debemos ser lúcidos al evaluar la escala del daño. Esta crisis reivindica nuestra estrategia común de crecimiento y hace que sea urgente establecer una auténtica unión energética. Será un pilar esencial de la soberanía de la UE.

La energía es como la sangre que corre por las venas de nuestras economías. Pero se está coagulando por las acciones agresivas de Rusia. Los hogares y las empresas se enfrentan a facturas de energía exorbitantes. Las importaciones de energía de la UE en el primer semestre de 2022 ascendieron a casi 380.000 millones de euros, lo que se acerca a lo que solemos pagar por todo un año. Es probable que nuestro déficit comercial de energía se duplique en 2022, alcanzando alrededor del 5 por ciento del producto interno bruto.

Esta situación nos obliga a reevaluar cómo logramos nuestra transición a largo plazo hacia la neutralidad climática, que no solo es fundamental para nuestra lucha ambiental sino clave para nuestra estrategia de crecimiento. Nuestro camino hacia el cero neto se basó en parte en la amplia disponibilidad de gasolina asequible. Esto ahora es cosa del pasado.

En Versalles, el pasado mes de marzo, los líderes de la UE acordaron reforzar la soberanía europea en defensa, economía y energía. Hoy, reconocemos la necesidad de una nueva estrategia energética para enfrentar esta crisis y sentar las bases para una economía resistente.

Por eso pido una auténtica unión energética. Implicará revisar muchas de nuestras antiguas creencias y actuar de manera más colectiva, como europeos. La crisis energética ha dejado al descubierto las grietas de un gremio compuesto por 27 “cotos privados” energéticos.

Tal como vimos durante el Covid-19, ningún país puede hacer frente por sí solo a una crisis de esta magnitud. Debemos hacer frente a los tabúes que rodean las competencias nacionales y de la UE. Una unión energética resiliente no aparecerá mágicamente a partir de 27 combinaciones energéticas nacionales: debemos hacerlas compatibles. Esto requerirá una coordinación fuerte y sincera entre los estados. Y debemos crear el marco regulatorio necesario y las condiciones de mercado que mejor sirvan a los intereses de nuestros ciudadanos y empresas.

Para llegar a un compromiso, debemos volver a los valores y principios en los que todos creemos. Solidaridad, equidad y transparencia. Estos son los principios que nos llevarán a la seguridad del suministro, la igualdad de condiciones y los precios asequibles, y restaurarán la confianza del mercado.

Nuestra estrategia energética común debería tener cuatro objetivos. Primero, reduciendo nuestro consumo. Esto será importante no solo este invierno, sino permanentemente. Ya hemos iniciado este camino. Requerirá mucha innovación y creatividad. Debemos ser honestos acerca de los desafíos que tenemos por delante.

En segundo lugar, debemos garantizar la seguridad del suministro. Nos estamos diversificando de la energía rusa a proveedores más confiables. No debemos repetir los errores del pasado, volviéndonos demasiado dependientes de una sola fuente. También deberíamos comprar de forma más inteligente. Eso significa hacer un mejor uso de nuestro poder adquisitivo colectivo a través de la plataforma energética conjunta de la UE que decidimos establecer en marzo, en lugar de competir y hacer subir los precios.

Una combinación energética variada reducirá el riesgo de dependencia energética. Esto incluye las energías renovables, como la energía solar, eólica y geotérmica, así como el hidrógeno. No debemos ser complacientes. Necesitamos reflexionar sobre nuestra competitividad a la luz de las medidas tomadas por otros, tanto en el campo del hidrógeno verde como en el no verde. También incluye la energía nuclear, una fuente de energía que puede ayudar a garantizar un sistema eléctrico confiable y flexible, al mismo tiempo que respalda nuestro objetivo de cero emisiones netas.

En tercer lugar, debemos bajar los precios. Nuestro mercado eléctrico fue concebido en otro tiempo para otro tiempo. Si queremos reducir el consumo, diversificar y alcanzar el cero neto, debemos invertir más en investigación, innovación y tecnología. La mejor manera de reducir los precios es adoptar un enfoque más colectivo.

Nuestra estrategia energética común debería reforzar la cohesión de nuestro mercado único. Como vimos al comienzo de la pandemia, las acciones legítimas que toman los gobiernos para proteger sus hogares y empresas pueden causar desequilibrios. Esto crea una impresión de injusticia. Y, en última instancia, pone en peligro el dinamismo del mercado único, uno de nuestros bienes más preciados.

La crisis financiera mundial y la crisis de la deuda soberana impulsaron a la UE a crear una unión bancaria para garantizar la estabilidad del sector bancario. La pandemia nos enseñó a aunar nuestros recursos en el sector salud. Así es como desarrollamos y producimos vacunas para todos los ciudadanos de la UE, sin importar dónde vivieran.

Ahora debemos hacer lo mismo en el sector de la energía y establecer esta auténtica unión de la energía. Hacer muy poco y demasiado tarde no es una opción. Es hora de dar un salto cuántico.



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