Las víctimas de la Asociación de Jardineros Aficionados (ATV) de Assen todavía se están recuperando. El robo a gran escala, con decenas de cobertizos de jardín abiertos, es devastador. “Te sientas en casa por la noche y piensas: ¡ay, esa pobre gente!”.
Estas son las palabras de Irma Smits, nieta de Antoon van den Berg, de 82 años. Es uno de los fanáticos que normalmente deambulan por el complejo de huertos. Eso es bastante inútil. Los cobertizos están vacíos, las cosas desaparecidas. Especialmente la pérdida del útil tractor, que hace el trabajo más fácil y soportable, es una gran pérdida para los jardineros.
“Esa gente necesita ese material”, subraya Smits. Cuando se enteró del saqueo, rápidamente siguió adelante. “Para estos hombres, este es su hobby. Están allí casi todos los días para cuidar los jardines de forma independiente”.
Incluido el abuelo Van den Berg, que tenía dudas. “Tal vez debería parar ahora”, suspiró.
Ya se han recibido los primeros cientos de euros. “Todo ayuda”, dice Smits a los simpatizantes. Ella misma ya contribuyó a la bolsa de donaciones. “Creo que es muy importante que la gente pueda hacer lo que quiera”.