El centrocampista, campeón de Europa en 1964, pasó un día en la sede con sus antiguos compañeros nerazzurri para celebrar a Sandro: “Nuestros trofeos son una auténtica emoción”
El lunes Gianfranco Bedin almorzó con amigos de ayer y de hoy – carpaccio, flores de calabacín rellenas, bistec argentino con patatas, todo ello regado con Malbec – y luego directo a la sede de “su” querido Inter, siempre junto a sus viejos compañeros de batalla. : él, Aristide Guarneri, Ivano Bordon y Sandro Mazzola, recién cumplidos 82 años. Junto a ellos en la mesa, en uno de los restaurantes de Javier Zanetti, tuvimos. También estuvo presente el presidente nerazzurri, Beppe Marotta, que después de la tarta para Sandro inauguró la sede en Viale della Liberazioni y regaló un atizador de camisetas. Una pieza atemporal del Gran Inter, una inmersión colectiva en el interismo que desde 1908 siempre rima con romanticismo: pueden pasar los años, las propiedades xenófilas pueden sucederse de Este a Oeste, pero la pequeña llama nerazzurra que une el presente con el Occidente sigue siendo un pasado sagrado. “Nos emocionó saber que incluso una propiedad estadounidense, que con razón mira al mundo para exportar su marca, con dos pies en el futuro, todavía quiere ser tan milanesa – dice el legendario centrocampista, seguidor del Inter durante una década desde 1964 hasta 1974 y todavía emocionado por la visita. Sería fácil olvidarse de nosotros, especialmente en estos tiempos, pero no, en el club que amamos las raíces cuentan”.