Baggio en el Festival: "Me encantó la clase de Van Basten. ¿La pena de Pasadena? no lo volvería a tirar"

El Divino Codino: “Con el balón en los pies era la persona más feliz del mundo. ¿Soy campeón? Nunca he tenido la percepción. Siempre he intentado entretener a la gente, sí”

por nuestro corresponsal Andrea Buongiovanni

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En Trento, para el sexto Festival del Deporte, hay infinidad de campeones. Como y más que nunca. Italianos y extranjeros. De todas las disciplinas, verano e invierno, individual y por equipos. Pero, a primera vista, pocos son más queridos que él: Roberto Baggio. Colgadas de las galerías del Teatro Sociale, lugar de la inauguración oficial, están sus numerosas camisetas: del club y de la selección. Sorprendentemente, los fans y entusiastas los eligieron. Han pasado unos veinte años desde que el Divino Codino, en campos de todo el mundo, dejó de encantar con sus toques mágicos. Y hablando de “La Gran Belleza”, título del evento rosa de 2023, el aplauso más fuerte de la velada es inevitablemente para él. “Siempre he tocado con una pasión infinita – comienza desde el escenario, impulsado por Pierluigi Pardo y Federica Masolin – la que te lleva a ir más allá de los límites. Pero sólo a través del entrenamiento he logrado lo que he hecho en mi vida. ¿Soy un campeón? Nunca sentí que estaba haciendo cosas que otros no podían hacer. Siempre he tratado de entretener a la gente, sí”.

EL TALENTO

Durante la larga e intensa charla se tocaron muchos temas. Aquí hay un resumen. El sentido estético, el instintivo: “Todo es resultado de cuánto has entrenado, al repetir ciertas cosas se vuelven naturales. Nadie se despierta por la mañana y hace algo extraordinario. Siempre hay trabajo, esfuerzo y constancia detrás, nada sucede por casualidad. Desde los músicos hasta los pintores, pasando por el último artista, es así. Cualquiera que diga otra cosa miente. Si no quieres involucrarte, no irás a ningún lado”. Su mejor gol: “Muchos amigos dicen que es el que marqué en Turín contra la Juve, jugando en el Brescia, creo que fue en 2001. Pero me cuesta encontrar uno en particular. Algunas no eran hermosas, eran importantes. Siempre me he fijado en el fondo: marcar goles no es fácil para nadie. También hice malos goles. Dos incluso llegaron por casualidad: pretendían ser centros para los compañeros, pero nadie tocó el balón y entraron en la portería”. Talento en el deporte: “Un nombre sobre todo: Marco Van Basten. Recuerdo su magia en la Eurocopa de 1998, en Holanda-Rusia. Había algo increíble en sus movimientos. Fui a ver un partido Torino-Milán para admirarlo y ver cómo se movía en el campo. Él representaba la verdadera belleza. ¿Qué pasa si alguna vez he jugado encubierto como él se vio obligado a hacerlo? No, gracias al budismo lo compensé de otra manera: jugaba con el dolor. Y así superé muchos límites.”

MAZZÓN

Memoria de Carlo Mazzone: “Era una persona limpia, honesta, pura: marcaba la diferencia con esas características. Tenía los valores de un padre, no podías evitar amarlo”. Y luego Brescia: “Todo se remonta a Gino Corioni, un visionario que habló de estadios en propiedad hace 25 años. Trajo grandes campeones. Siempre vio hacia adelante.” Hay un proyecto al que Roberto tiene especial cariño hoy en día: se llama “Tutti in campo”. “Se trata de clubes de aficionados – explica -: les ofrecemos equipos. El futuro es de los jóvenes y esta iniciativa los acerca al fútbol y al resto de disciplinas. El deporte es agregación, compartir, crecimiento. Sería una pena perder talento por el camino: hay muchos en Italia. Y estar junto a los demás es fundamental. Cuando era niño, en mi pueblo destruimos un campo de hockey para jugar. No teníamos nada más que el balón. Pero el deporte era el entrenamiento de mi vida”. El error de Pasadena en el Mundial de 1994: “He aprendido a vivir con ello. Si pienso que a los 18 corría el riesgo de no poder jugar más… Tuve la suerte de estar en muchos equipos, todos importantes. Lo que cuenta es el espíritu con el que lo abordas: dondequiera que fuera, jugué para hacer felices a mis fans”. Sobre su ausencia de los escenarios y de las redes sociales: “Cuando era futbolista no me gustaba hablar ni hacer entrevistas. Muchos interpretaron esa actitud como arrogancia. En realidad fue sólo timidez, que ha pasado un poco con los años. Me protegí y de alguna manera eso es lo que todavía hago hoy. No me interesa aparecer, es mejor que me vean poco, pero a ser posible bien”. El fútbol actual: “Envidio mucho a los que juegan… Me gusta la Fiorentina italiana. La temporada pasada el mejor partido fue el del Napoli. Ahora, pensando en la selección, espero que a Spalletti le dejen trabajar tranquilo. ¿Italia? Siempre hay. Por cierto: creo que quien gane una Eurocopa debería ir al Mundial por derecho”.

LAUTARO UN GRANDE

Sencillez: “He jugado toda mi vida y me hubiera gustado hacer más. Pero hay que ser lo más sencillo posible para estar satisfecho cada día”. Campeón de hoy: “Lautaro Martínez: lo vi en Argentina con Racing, a los 18 años marcó tres goles en la Libertadores y, al quedarse en casa del Mundial, les deseó suerte a sus compañeros. Es un hombre en todas partes: lucha por cada balón, vuelve a la defensa…”. El VAR: “Me gusta, tiene razón. Da credibilidad al fútbol. En Estados Unidos lo llevan usando desde siempre. Por eso también amo el baloncesto de la NBA y el fútbol americano de la NFL”. La tendencia: “En Italia el resultado todavía importa demasiado. Lo que importa es el camino. Sin embargo, cuando era niño tenía tendencia a creer que nunca podría perder”. Amigos: “Tengo muchos, aunque es difícil estar con ellos. Estoy orgulloso de Guardiola, ya fue entrenador como futbolista. Revolucionó el juego: sus equipos siempre destacan”. Las lecciones: “Con el balón en los pies era la persona más feliz del mundo. El deporte me enseñó a no rendirme nunca y que las derrotas pueden convertirse en un trampolín hacia la realización en la vida. ¿Qué no volvería a hacer? No lanzaría el penalti en Pasadena, donde nunca regresé…”.





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