Con la ayuda de un andador, Walter Frankenstein ingresa a una sala VIP en el Estadio Olímpico de Berlín el sábado. El derbi capitalino entre Hertha y Unión se jugará más tarde sobre el césped. El hombre de 98 años es un invitado de honor. Se sienta en una mesa con un cartel con su nombre. Con orgullo se deja fotografiar con él. Pide una Berliner Weisse roja y una currywurst. Satisfecho, levanta la copa y dice: “Ahora estoy de vuelta en el Estadio Olímpico”.
Hincha del Hertha desde hace 85 años
Frankenstein estuvo allí por primera vez en 1936 con motivo de los Juegos Olímpicos y fue testigo, entre otras cosas, de cómo Adolf Hitler se negaba a estrechar la mano del excepcional atleta afroamericano Jesse Owens. Y, sin embargo, siempre le gusta volver a este lugar para animar a su club favorito, el Hertha BSC.
Frankenstein es hincha del Hertha desde hace 85 años. “Creo que soy uno de los mayores, si no el mayor”, dice con una sonrisa. Encontró su amor por los blanquiazules en un momento que también fue el peor de su vida. Frankenstein nació en Flatow, un pequeño pueblo en la actual Polonia. Como hijo de padres judíos, ya no se le permitió ir a la escuela allí. Con la mediación de su tío, se trasladó a Berlín el 27 de julio de 1936 a un orfanato para niños judíos en Schönhauser Allee.
En el orfanato conoció a otro chico que era seguidor del Hertha y que quería llevarlo al estadio. En ese momento, el club de la capital todavía jugaba en el “Plumpe” en Gesundbrunnen. “Vi jugar al Hertha y me emocioné. Venía de un pueblo pequeño y las condiciones de fútbol eran pequeñas. Luego vi a un equipo de primera división jugar al fútbol, eso fue algo completamente diferente”, recuerda.
Lados buenos y malos de su vida en Berlín
También recuerda bien los derbis de la ciudad de los viejos tiempos. Hertha BSC contra Tennis Borussia, por ejemplo. “Ambos equipos eran clubes importantes en la primera división en ese momento. El partido salió en la radio el domingo y nos sentamos a escuchar con atención”, informa Frankenstein. Trató de ir al estadio tan a menudo como pudo. Pero eso no fue fácil para el niño judío. “De por sí eso ya estaba prohibido para nosotros, pero siempre encontraba a alguien que conseguía entradas”, dice.
Berlín es la ciudad donde vivió lo peor pero también lo mejor de su vida. Allí conoció a su esposa y fue aquí donde nació su hijo mayor. Su madre también fue arrestada allí en marzo de 1941 y deportada a Auschwitz, donde más tarde fue asesinada por los nacionalsocialistas. Frankenstein tuvo que pasar a la clandestinidad y esconderse en la gran ciudad. Pasó la mayor parte de su tiempo en casas destrozadas, autos viejos, apartamentos de amigos y en Grunewald. Así sobrevivió al Holocausto. Hoy vive en Suecia, pero todavía se aferra a su antigua patria. “Alejo las cosas malas. Eso está en el pasado. Me encantaría volver a Berlín”, dice.
En 2014 recibió la Cruz Federal al Mérito por su labor como testigo contemporáneo. E incluso hoy en día sigue trabajando en varios proyectos, también en el fútbol. “Para mí es muy importante que el fútbol sea deporte, alegría y compañerismo y no enemistad. Por eso sigo viniendo aquí y hablando con los jóvenes y los aficionados al fútbol”, dice.
Frankenstein siempre quiere ser leal al Hertha
Y cuando regresa a Berlín, por supuesto que no pierde la oportunidad de apoyar a su vieja Hertha en el estadio. En el derbi de la ciudad contra Unión, sin embargo, ve uno el sábado 4-1 derrota su club “Sucedió algunas veces cuando estuve aquí en el Estadio Olímpico que Hertha perdió”, dice Frankenstein.
En la situación deportiva actual, aún podrían salir lágrimas, dice. Y no es la primera vez que ve al Hertha bajar de categoría. Frankenstein ha vivido mucho con la blanquiazul y siempre quiere seguir siendo fiel al club. En la puerta de su dormitorio en Estocolmo habría una camiseta del Hertha con su nombre, una bufanda y su carnet de socio. Su número de socio es 1924, año de su nacimiento. “Si llevas 85 años siendo hincha de un club, no lo dejas, aunque se resbale. La esperanza muere al final”, dice el técnico de 98 años.
Emisión: rbb UM6, 10 de abril de 2022, 18 h
Fuente: rbb