Tortura en la Jefatura de Policía, el riesgo de prácticas desviadas y la influencia del clima político

En tales ambientes, la vida cotidiana corre el riesgo de ser regida por reglas no escritas, en contraste frontal con los derechos de libertad, pero generalmente tolerados. Piense en las novatadas en los cuarteles, la opresión en las cárceles y puestos de policía, hasta el espíritu estudiantil más extremo en las universidades.

En lugares similares es como si hubiera una especie de suspensión de los derechos vigentes en otros lugares. Y esto en nombre de un mal entendido esprit de corps que, a pesar de su vaguedad, parece estar en lo más alto de la jerarquía de las fuentes del derecho.

La influencia del clima político

La segunda: las fuerzas del orden, al igual que otras ramas de la administración pública, tienden a percibir casi instintivamente cuál es el clima político del momento, adaptándose a él. Por ejemplo, los actos más atroces durante el G8 en Génova en 2001 se cometieron, con la derecha en el gobierno, quizás también porque algunos creían, con razón o sin ella, que los líderes ejecutivos de todos modos brindarían apoyo incondicional a la “policía”.

Incluso hoy en día, esta narrativa parece ser la más acorde con la mayoría política actual, por lo que es posible que, ahora como entonces, se esté extendiendo una sensación de menor autocontrol en el uso de técnicas de coerción. Y ojo, independientemente de la voluntad de poder efectiva en este sentido.

Cómo evitar las derivas

Entonces, ¿cómo evitar estas dos hipotéticas “derivaciones”? El único camino, a corto plazo, parece ser el de la máxima transparencia, que permita una reconstrucción lo más detallada posible de lo ocurrido y las responsabilidades relacionadas. En el mediano y largo plazo, sin embargo, es necesario un profundo trabajo de formación de las fuerzas del orden, desde los más altos niveles de dirección hasta los de menor responsabilidad, sobre los contornos de los derechos de las personas sujetas a restricciones y sobre la función y límites de la acción policial. Es evidente que las posiciones públicas de la alta administración y de los políticos deben ir de la mano.



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