“Tarde o temprano cometerá un error, y luego lo tendremos”. Pero los investigadores siguen esperando ese error 22 años después del asesinato de Gabriëla Lamers (35). El único ‘testigo’ es su hija Victoria, que en ese momento apenas tenía un año. El único rastro es el ADN del arma homicida. Por un momento pareció que el asesino había sido encontrado, hacía unos años. Pero aunque ese hombre ahora debe pasar sus años tras las rejas, este asesinato resultó no ser ‘su trabajo’.
ttn-es-3