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Me lastimé la rodilla en el trabajo. Un colega que visitaba a los enfermos preguntó cómo había sucedido. Le dije que de repente mi rodilla se desplomó en el pasillo camino a la máquina de café en la despensa y ya no podía moverme de ninguna manera. Me miró y habló casi con condescendencia: “Usted sabe que, como funcionario, no puede moverse en absoluto”.

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