Merel Hoogstra, de Zuidwolde, tiene sólo 8 años, pero no le teme a la velocidad ni al barro. Quedó segunda el fin de semana pasado en el FIA Motorsport Game en Valencia, que puede verse como una especie de Olimpíada para los conductores de buggies. Merel compitió contra niños de entre 8 y 12 años de todo el mundo. “Fue muy divertido. Tuve que conducir dos veces. La primera vez casi lo adelanté, pero lamentablemente no del todo”.
En el mini buggy, Merel puede recorrer entre 60 y 70 kilómetros por hora. “Despacio también es divertido, pero más rápido es aún más divertido”, exclama con entusiasmo. “Y ese también es mi talento”, dice sabiamente.
Ella disfrutaba más estar en el escenario. Allí le permitieron abrir una botella de champán. “Yo también tomé un sorbo, pero papá no lo vio”. Merel sonríe plenamente. “Sí, pero no contenía alcohol”, dice su padre Bram. “Sí, dice Merel. ¡Un poco!”
Merel entró en contacto con los deportes de motor por primera vez cuando tenía seis años a través de su padre Bram. También puede correr bastante. Y no es el único en casa. Su madre también solía tejer. Según Merel ella era muy buena. ¿Y su padre? “No”, afirma Merel. “Ya no, ahora que es viejo”.
Merel no ve la hora de poder correr en el gran buggy. “Cuando tenga doce años podré conducir uno. Tengo muchas ganas de hacerlo. Me gustaría conducir uno ahora”.
Probablemente escuchemos mucho más del pequeño demonio de la velocidad. Porque quiere ganar aún más medallas. “Quiero ser el primero en todas partes. ¡Aunque sea sólo una pequeña competición!”