Con el Milan en San Donato, el Inter también se dirige a Rozzano, pero el alcalde Sala todavía intentará acercarse a los nerazzurri contando con las obras de ampliación del estadio
En lugar de la calavera, Giuseppe Sala sostiene en sus manos la maqueta de San Siro. Lo observa con tanta duda como el Hamlet de Shakespeare, planteándose preguntas similares y aprovechando un tema recurrente: el futuro del estadio. Uno de los símbolos del fútbol italiano, oasis feliz de campeones y leyendas, corre el riesgo de convertirse en una catedral en el desierto destinada a albergar partidos de selecciones nacionales, algunas competiciones benéficas y conciertos de estrellas. La compra del terreno de San Donato por parte del Milán parece cerrar la puerta a los rossoneri. Los pisos superiores del Palazzo Marino tomaron nota de ello sin pestañear, evitando el concepto de sorpresa. Traducido: lo esperaban, aunque obviamente la esperanza de poder al menos contener al Inter sigue intacta. Cardinale, por su parte, superó el optimismo cuando cogió el bolígrafo para trazar rápidamente el camino del Milan. Dio la vuelta a la zona de San Francesco en San Donato y luego empezó a correr con la cabeza gacha tras evaluar otras zonas cercanas a San Siro (La Maura).
Proyectos
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El Inter debería acudir al municipio de Rozzano, cuya exclusividad en la zona expirará a finales de abril. Se construirán dos instalaciones con setenta mil plazas equipadas con todas las comodidades: hoteles, restaurantes, museos, tiendas. El tema que está en la mesa de los milaneses es el tráfico, ya que habrá que realizar intervenciones relacionadas con el tráfico en ambas zonas. Paolo Scaroni, presidente del AC Milan, planteó sin embargo la hipótesis de la inauguración del estadio de Milán para la temporada 2028-29, con la primera piedra colocada a finales de 2024. “Queremos construir la instalación más bella del mundo”, afirmó. hinchando su pecho. Es probable que el plazo se extienda hasta 2030. El proyecto del Milán está confiado a “Manica”, el de los nerazzurri a “Populous”. Ambos estudios están analizando los detalles para darle a los fans la casa de sus sueños. Al Inter también le gustaría abrir las instalaciones en 2028-29.
Futurabilidad
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San Siro resiste. La limitación en el segundo anillo le protege de ser derribado, pero está claro que Sala, esperanzado en un cambio de sentido al menos por parte de los nerazzurri, todavía tendrá que empezar a pensar en un Meazza sin las dos reinas del balón. A finales de enero se presentó al Ayuntamiento el plan de renovación del estadio elaborado por el estudio Arco Associati. El director del proyecto es el arquitecto Giulio Fenyves. Estamos hablando de una propuesta sencilla, es decir, un estudio preliminar “para la conservación, revalorización y transformación en un Estadio Experiencia” de San Siro. Un intento concreto para intentar tener de su lado al Inter y al Milán. Están previstas diversas curiosidades, como la iluminación del estadio según los colores del equipo local o el cambio de asientos. El proyecto también contempla la construcción de un cuarto anillo, ubicado en la parte superior del actual primer anillo. Sala ha expresado su punto de vista una y otra vez, especialmente durante la presentación del restyling, cuyo coste rondaría los 300 millones de euros de obra. “Como alcalde de Milán y de la ciudad metropolitana, no haría nada para oponerme a la hipótesis de nuevos estadios en diferentes municipios. Pero podemos pensar en el hecho de que debemos hacer todo lo posible para mantener a ambos clubes en Milán”. Ahora mismo la esperanza sólo concierne al Inter, al que Sala no dejará de tender la mano. Los dirigentes nerazzurri, aunque firmes en la idea de Rozzano, observan la evolución del escenario. El Ayuntamiento estaría abierto a todas las soluciones, como declaró el propio Sala el 31 de enero: “La primera hipótesis es que realicemos las obras. La segunda es que participemos en las obras en colaboración con los equipos. Finalmente, podemos ceder “Los derechos de superficie del estadio a largo plazo. En este caso, la cantidad que los clubes tendrían que pagar sería limitada”. La puerta permanece abierta.
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