Zuppi: «El sentido de comunidad define la calidad de vida»


«Se gana cuando se pasa del yo al nosotros, del vivir para mí al vivir para alguien. Y como no fuimos hechos para ser islas, cuanto más encontremos esta respuesta y esta pasión, más nos encontraremos a nosotros mismos. Encontrar a los demás.» Con estas palabras comentó el arzobispo de Bolonia y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Matteo Maria Zuppi, la 34ª edición del informe de la Calidad de vida sobre el bienestar de los territorios durante el evento, celebrado el lunes 4 de diciembre en Bolonia e inaugurado por el director de Sole 24 Ore, Fabio Tamburini.

«El indicador más importante – dijo el purpurado – es la acogida. Creo que una ciudad que presta atención a la fragilidad y al sufrimiento tiene la mejor calidad de vida».

Durante una entrevista realizada por el director adjunto de Il Sole 24 Ore, Alberto Orioli, el cardenal Zuppi habló también de su territorio, la capital de Emilia, que ocupa el segundo lugar en el ranking 2023 publicado ayer. «En Bolonia – dijo – hay mucha solidaridad entre diferentes sujetos que dialogan entre sí: la administración pública, la cultura, la Iglesia y el mundo industrial. Sólo juntos podremos salir».

El arzobispo revisó los indicadores examinados por la encuesta, centrándose en las crecientes desigualdades. Por poner un ejemplo, la brecha está aumentando entre la zona más educada del país, que es la provincia de Bolonia (donde el 42% de las personas entre 25 y 39 años tiene una titulación), y la última zona clasificada que esta vez es Tarento (13,2%). «Italia ocupa el penúltimo lugar en Europa – recordó el presidente de la CEI – en términos de porcentaje de graduados y esto debe preocuparnos mucho, porque significa que la relación entre formación y educación, entre escuela y trabajo no está garantizada. Me llamó mucho la atención el hecho de que las desigualdades hayan aumentado en los últimos veinte años. Por encima de todo está la cronicidad de la pobreza: los pobres son hijos de los pobres. Si hubo una grandeza de la generación de posguerra fue el ascenso social, cuando los hijos de los pobres se convirtieron en profesionales. Hay un gran esfuerzo que hacer, más aún en este momento en el que todos estamos llamados, y no sólo los que tenemos que gestionar los asuntos públicos, a mirar hacia el futuro, a un plan de reconstrucción».

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El desafío es tratar de centrar la agenda política más en la necesidad de unir a un país cada vez más dividido. «Hay que salir de la lógica muscular de la polarización – dijo el cardenal – que nos hace creer que estamos logrando algo, pero que en cambio genera una velocidad destructiva». También se mencionó el proyecto de ley de autonomía diferenciada: «Necesitamos entenderlo. Todos los obispos del Sur están en pie de guerra porque temen que esto aumente las diferencias. Si hay una belleza de nuestro país es sin duda la solidaridad. Además, el desequilibrio aumenta porque muchos del Sur vienen al Norte, precisamente en busca de una mayor calidad de vida. Y esto se convierte en un factor adicional de empobrecimiento.»



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