Y Pablo Escobar desde la cárcel dijo: "Sí, puedes ir a Italia."

Soñaba con jugar pero corría a machetazos, magia en la cancha y fiesta afuera, amistades curvilíneas en Parma y amistades peligrosas en Colombia. Y un día hasta le preguntaron a Tino: “¿Podemos matar a Chilavert?”.

Tino Asprilla de niño soñaba con ser músico de salsa, pero era muy hábil con el manejo del machete, que no es precisamente el instrumento adecuado para tocar la percusión. Llevaba el machete desde niño, porque donde nació -en Tuluà, en el valle del Cauca, a unos cien kilómetros de Calì, estamos en Colombia- en esos años -entre los años 70 y 80- era bueno y derecho a tener un machete a mano. Pasaba sus días en la calle, no es que tuviera tantos otros lugares a donde ir. Vagabundeó, se las arregló con algún negocio ilegal, olfateó el viento. Como él: por decenas, por centenas. Había cinco niños en la casa.



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