Y al pitido final en la grada y sobre el césped de San Siro llega la apoteosis del Interismo

Dimarco es el hincha de cabeza con el micrófono, Lukaku reza de rodillas, Lautaro abraza a todos, Mkhitaryan olvida el dolor en el músculo y sonríe, Dzeko baila…

Romelu Lukaku reza de rodillas, Lautaro es abrazado por todos, Mkhitaryan olvida el dolor muscular y sonríe, Dzeko baila como un niño, Onana tirado en el suelo aprieta el balón con fuerza entre sus manos grandes y seguras y luego está Federico Dimarco que toma posesión del micrófono del altavoz.

El que se había utilizado en la previa del partido para anunciar las formaciones. Es la voz del auténtico extremo milanés (por cierto, auténtico hincha del Inter) que sale por los altavoces del San Siro. Es el vocalista nerazzurro que dirige el club de la familia Zhang rumbo a Estambul. Canta los coros para tus acompañantes, una pasarela al estilo Sanremo. El público de Ariston, normalmente sentado y compuesto, sin embargo es otra cosa: aquí en la Scala del calcio todo el mundo está de pie, muchos lloran y gritan junto a Federico. Es la celebración de un pueblo que espera una noche como esta desde hace 13 años, desde que con Mourinho en el banquillo sufrió la derrota más dulce de su historia, en el Camp Nou, ante Messi y los suyos. Luego la fiesta había sido en Malpensa, en medio de la noche, esta vez en el Meazza. Menuda diferencia…

QUE REPERTORIO

“El que no salta es rossonero”, grita Dimarco y luego “Todos en Estambul”. Llega también el coro “anti-milanista”, que exalta al Norte. El estadio va tras su… líder del pueblo. Sus ojos brillan de alegría, Faith, alguien que creció en esa curva. Alguien que aprendió a amar la camiseta nerazzurra de niño y luego la conquistó en el sentido más estricto de la palabra. Todo el proceso en el sector juvenil no fue suficiente para él: también tuvo que agregar su aprendizaje en Italia. Y si Simone Inzaghi, que creyó en él, no hubiera llegado a la Pinetina, quizás Dimarco estaría ahora en otra parte. Por eso canta. El más fuerte de todos. Con ese micrófono que es como el cetro de un rey. A su alrededor Barella sin camiseta no se detiene ni un segundo. Lautaro, con el brazalete de capitán, levanta los brazos, saluda y lanza besos. Simone Inzaghi recibe elogios de todos, pero se mantiene un paso por detrás de sus hombres que corren bajo la curva. Es también y sobre todo el triunfo del extécnico de la Lazio, pero por naturaleza lo vive… desde la distancia. No es menos feliz que los demás, pero abraza a su personal, a los hombres que lo ayudaron en este esfuerzo y que estuvieron a su lado cuando el viento sopló en su rostro y el futuro parecía todo menos color de rosa.

BANDERAS

Es la apoteosis del interismo, una noche que parecía un espejismo hace apenas un mes, el 15 de abril, cuando Monza venció en casa al Inter, poniendo en peligro la clasificación para la próxima Champions (ya casi segura). Pensando en ese entonces, parece que ha pasado una eternidad y en cambio han pasado 9 partidos, el 3-3 contra el Benfica en el partido de vuelta de los cuartos de final (que cuenta como un éxito) y ocho victorias seguidas entre el campeonato, la Copa de Italia y la Champions League. Por eso todos sonríen y cantan. Aparece una pancarta irreverente en la Curva Nord con las palabras: “¡Nos vamos a Estambul, m….!”. En la grada también está el ex Hakimi: el marroquí sonríe tras haber exultado en el momento del gol de Lautaro. Pero todos pierden su aplomo hasta cierto punto: el presidente Zhang y el director ejecutivo Marotta se dan la mano, el vicepresidente Zanetti, el ds Ausilio y su adjunto Baccin celebran. Todos tienen a quien abrazar, mientras afuera del estadio hay fuegos artificiales. San Siro no tiene intención de vaciarse. Porque esta es una noche que todos desearían que nunca terminara. Y así la fiesta se traslada al vestuario, donde hay más abrazos y lágrimas antes de la ducha. Inzaghi le da al equipo un día de merecido descanso. Reunión para mañana en Appiano, pero hoy la fiesta continúa. Cada uno con sus propias familias. Y la caza del billete para la final de Estambul ya está abierta, pero esa es otra historia…



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