Por Lisette van der Geest
Ireen Wüst una vez estuvo en el área central, gritando en voz alta por una cámara NOS. Pensó que tenía que sobreponerse al ruido de la multitud en Thialf, aún era una adolescente y sobre todo muy entusiasta. Luego vino la pregunta de si necesitaba capacitación en medios. “Pensamos: por favor, déjala ser quien es, experimentar su propio proceso. Siempre lo hemos mirado con una sonrisa”, dice su padre, Wim Wüst.
“Ella ha sido una niña durante mucho tiempo. En Turín se presentó como campeona olímpica, una mujer en realidad, pero también una niña con mofletes de bebé. Holanda la ha visto transformarse en una mujer que sabe lo que quiere”. Ese entrenamiento en medios nunca se materializó.