Wilma Rudolph, gracia y belleza: la historia de una mujer predestinada


El estadounidense cautivó al mundo en Roma 1960, también gracias a un camino de lucha y sufrimiento. Hace veinte años, Estados Unidos decidió recordarla con un sello conmemorativo

En ese sello, emitido por los Estados Unidos el 14 de julio de 2004 para rendir homenaje a su historia, Wilma sonríe bajo su corto mechón de pelo; bella sin ningún artificio, en aquel verano romano de 1960, cuando sus tres medallas no fueron lo único que logró conquistar, porque con su encanto, llevado tan inconscientemente como la gracia de su carrera, hizo que Roma se enamorara de ella en aquel verano de los Juegos y de un optimismo que consiguió que, durante unas semanas, ni siquiera le importara la Guerra Fría. También en Roma estaban Cassius Clay, que fue hechizado por Wilma, y ​​Livio Berruti, que tomó su mano.



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