«Nos acaban de informar de la inminente quiebra del organizador del W-Festival. Esta noticia también nos llega de forma un tanto inesperada y lamentamos profundamente la situación en la que se encuentran ahora los organizadores, empleados, artistas, compradores de entradas y empresas locales”.
La ciudad no era consciente de que la preventa estaba por debajo de los objetivos del organizador y esperaba con ansias una nueva edición. El festival demostró ser una parte valiosa del calendario de eventos y tuvo un gran impacto en las reservas de hoteles y las visitas a restaurantes. «Esperamos que los compradores de billetes afectados puedan seguir disfrutando de un fin de semana en Ostende, aunque obviamente entendemos si deciden cancelar su estancia».