Vlahovic, un año (casi) horrible: Allegri, ahora te toca a ti

Pubalgia, cero éxito hasta el cotilleo: demoledor en Florencia, con la Juve y la Serbia sufridas. Pero cuando regrese a la Serie A se encontrará con un equipo diferente

Lesiones y controversias. Los fracasos e -incluso- las habladurías. No, no era el 2022 que deseaba Dusan Vlahovic para él, ni el que le pronosticamos tras verlo el año pasado en la Fiorentina. Parecía escrito que, de haberse mudado a la Juve, Dusan hubiera sido devastador como en viola, más aún porque lo apoyaba un equipo mejor y más ambicioso. No sucedió de esa manera.

La caída en el rendimiento

Definir 2022 como el annus horribilis de Vlahovic es una exageración. Desde luego, no fue horrible -por ejemplo- para la cuenta bancaria del delantero centro, tanto que su salario se multiplicó por diez, o casi: de Florencia a Turín, en el espacio de un día, pasó de 800.000 euros a 7 millones neto por temporada. E incluso en la cancha, después de todo, logró combinar algo: entre los últimos remanentes de Fiorentina, Juve y Serbia todavía pudo llegar a veinte goles en el año calendario (uno, dieciséis, tres). Sin embargo, desde el 28 de enero, cuando abandonó la Toscana perseguido por el resentimiento de sus antiguos seguidores, nunca ha vuelto a ser el mismo. Menos decidido, menos efectivo, menos sereno. Pensábamos que ya tenía fuerzas para cargar con un gran equipo como la Juve, que lleva tiempo buscando un verdadero delantero centro, pero no lo ha conseguido. Hasta los números muestran que no fue lo mismo: en la Fiorentina, en los primeros seis meses de la temporada pasada, marcó 20 goles en 24 partidos, casi uno por partido; en blanco y negro marcó 16 veces en 36 partidos, ni siquiera un gol cada dos apariciones.

Probado físicamente

Vlahovic llegó al Mundial muy probado físicamente. La lesión que sufre, y que le ha impedido jugar los últimos cuatro partidos de Liga, es terrible porque es disimulada: la ingle es casi invisible, pero duele como un demonio. También por eso su Mundial -que también- fue decepcionante: no puede bastar un gol, además inútil, para contentar a un delantero centro que hace doce meses parecía poder competir con los mejores delanteros jóvenes del mundo; el hecho de que Serbia haya sido eliminada hace que su misión en Qatar sea aún más melancólica. Un poco como le pasó a la selección de Stojkovic, la eterna inconclusa de las eternas inconclusas: tiene talento y excelentes jugadores en todos los departamentos, pero nunca florece. Vlahovic, concluyó la aventura un poco enojado, un poco desanimado. Pero, sobre todo, preocupado: ¿cuándo podrá finalmente jugar libremente en su cuerpo y, en consecuencia, en su cabeza?

otra juventus

Vlahovic encontrará una Juve diferente: sin Agnelli, sin los técnicos que lo persiguieron, lo querían, lo acogieron en Turín. No se va a enfadar por el vuelco de la sociedad, es joven pero tiene la armadura, se fue de casa cuando era niño y no será la despedida de un presidente lo que le enfade. Al contrario, espera y desea encontrar, además del club, a otra Juve diferente a la que se fue a jugar el Mundial: la de la cancha. En su primer año en la Juventus, el equipo no lo ayudó. Y si en los primeros meses hubo el atenuante de un grupo con muchas carencias técnicas, en este inicio de temporada el problema fue otro y puso en entredicho a Allegri. La Juve nunca ha puesto a Vlahovic en condiciones de explotar todas sus cualidades: a menudo lo abandonaba en la delantera, sin traerle un balón, durante largos períodos de la temporada, incluida la Liga de Campeones; en determinados partidos su implicación en la maniobra blanquinegra fue nula. Entonces pasó algo: Dusan decidió el derbi con el Turín pero no saltó al campo en los últimos cuatro partidos antes del descanso, todos los cuales ganó la Juve. Allegri revivió al equipo justo cuando el serbio no estaba. ¿Un caso? Seguramente. Pero 2023 también debe cumplir ese propósito: reiniciar juntos, Vlahovic y Juve, ambos en su mejor momento. Para olvidar el (casi) horribilis annus.



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