Para comprender mejor de qué están hechos los tejidos llamados “artificiales” (y no sintéticos), FashionUnited se dirigió al corazón de la industria textil austriaca, a Lenzing, un fabricante de fibras de celulosa. La gente tiende a decir “celulosa”, pero eso simplifica demasiado la variedad de fibras sintéticas que existen y que se desarrollan a partir de la madera y brindan una alternativa al cultivo de algodón que requiere mucho agua.
Lenzing produce viscosa con el nombre de Ecovero, Modal, Lyocell (ropa y accesorios) y Veocel (salud e higiene) con el nombre de Tencel, empresa de la que el grupo austriaco adquirió primero las patentes, luego la marca y compró la empresa del mismo nombre. Lenzing quería poner Lyocell en primer plano y abrió a la prensa las puertas de su centro de producción cerca de Salzburgo. La empresa opera varias de estas instalaciones de producción en todo el mundo, siendo la de Tailandia la más grande.
El recorrido está dirigido por Nikolaus Hüpfl, un austriaco que afortunadamente habla muy bien francés dado el nivel técnico de las explicaciones. La fibra Tencel Lyocell está hecha de madera. Elaborado principalmente con madera de eucalipto, que crece sin pesticidas y muy rápidamente en los 1.200 kilómetros de bosques que Lenzing posee en el sur de Brasil. El 20 por ciento de estos bosques están dedicados a la biodiversidad. En la producción de fibras de celulosa también participan otras maderas (haya para viscosa, pero también pino o abedul) procedentes de Austria, Alemania y Europa del Este.
La madera cortada se presenta en forma de astillas de pulpa que parecen láminas grandes, gruesas y blanquecinas. Se trituran en astillas en molinos. Se obtiene una pulpa de madera cuando se sumergen en solvente y agua para formar celulosa.
La primera baza de Lenzing: un disolvente con menor impacto medioambiental
La pulpa de madera se disuelve en un disolvente orgánico y reciclable, NMMO (N-óxido de N-metilmorfolina). El disolvente no es exclusivo, pero sí lo son las influencias térmicas y mecánicas a las que Lenzing expone la madera.
Debido al secreto comercial, la prensa no puede ingresar a la sala donde se produce la mezcla. Así, deambula por pasillos de tuberías transparentes desde donde puede ver la mezcla. Este paseo por las entrañas de la compañía parece una inmersión en la película “Alien”. Una sensación un tanto opresiva, sobre todo porque aquí hace mucho calor.
Al final del túnel, en una nueva sala, una máquina emite una especie de “salchicha blanca” que se mezcla con agua corriente para formar una mezcla viscosa. Esto se filtra y se prensa en hilos que parecen fideos chinos.
Luego, estos filamentos se blanquean sin cloro, pero a base de disolventes que incluyen ozono e hidróxido de oxígeno. A continuación, los paneles de espuma salen de las máquinas hasta conseguir un blanco impecable, con el que se puede colorear el material posterior.
El paso final: estas placas se calientan a 138 grados. Aquí es donde ocurre la magia, ya que la celulosa muta y adquiere una apariencia parecida al algodón (aunque el término está muy mal elegido ya que no es algodón). Digamos fibroso. El vapor de agua es expulsado a través de grandes chimeneas que subrayan la estética del polígono industrial. Hay un olor algo picante que recuerda al chucrut; sin embargo, es disulfuro de carbono.
Las fibras recogidas se empaquetan en fardos y se envían a las hilanderías, tejedurías o tejedurías. “Como las fibras son uniformes, su trabajo se facilita y se generan menos desperdicios”, explica Hüpfl. El grupo produce más de un millón de toneladas de fibras cada año, un tercio de las cuales es Lyocell (70 toneladas por día). Los precios están alineados con los del algodón, por lo que los márgenes siguen siendo los mismos para todos los tipos de mercados, desde los masivos hasta los de alta gama.
Segunda baza: la gestión responsable
El recorrido por la fábrica finaliza con una visita al río Ager, que conecta con el lago Attersee. Según Hüpfl, el agua del Ager es potable, lo que se refleja en el hecho de que el agua utilizada sale limpia después de su uso.
Después de recoger los suministros prestados, el equipo se dirige a la sala de reuniones para profundizar su conocimiento de la empresa. Se habla mucho de responsabilidad ambiental; Los expertos hacen muchas preguntas. Resulta que los estándares no están alineados a nivel internacional y, por lo tanto, es difícil discutir cifras de desempeño.
Sin embargo, existe una normativa que regula el ecodiseño de productos sostenibles y en la que Lenzing también participa: Ecodesign for Sustainable Products Regulation (ESPR). Sus requisitos de diseño ecológico se centran principalmente en las siguientes mejoras: durabilidad, reparabilidad, reciclabilidad, presencia de sustancias cuestionables, carbono y equilibrio medioambiental.
Estas implicaciones prácticas conducen a la introducción en el mercado de un pasaporte de producto digital (DPP) para 2028. Lenzing ve el ESPR como “el mecanismo regulatorio más influyente para liderar la compleja industria textil hacia un futuro más sostenible y circular”.
Entre los proyectos diseñados para llevar el negocio en una dirección aún más respetuosa con el medio ambiente, Lenzing incluye la tecnología Lenzing Ecovero Defibra, una fibra fabricada a partir de residuos de algodón reciclado y astillas de madera. Para que el algodón sea resistente debe ser de buena calidad, por lo que Lenzing ha firmado un acuerdo de desarrollo conjunto con la empresa industrial sueca Södra, especializada en el desarrollo de productos a base de madera. Según Lenzing, el proceso mecánico utilizado permite fortalecer la fibra porque, a diferencia del reciclaje químico, no modifica la estructura de la celulosa. Otra innovación es Pellinova, una alternativa al cuero elaborada a partir de desechos de guantes triturados.
El día termina con un proyecto piloto que parece muy cercano a Andréa Jicman, directora de marketing para el sur de Europa. Actualmente, el desafío de “Hilos glaciares, de los bosques a los textiles del futuro” es cubrir con un material celulósico las cimas de los glaciares que se están derritiendo por el calentamiento global. Las fundas existentes están hechas de poliéster (con todos los conocidos problemas de reciclabilidad del poliéster). El dispositivo está colocado en las montañas austriacas, cuya imagen está destinada a la eternidad en el subconsciente colectivo.
Florence Julienne realizó el informe en Lenzing y fue invitada por Lenzing.
Este artículo apareció originalmente en FashionUnited.uk. Traducido y editado por Simone Preuss.