Con el objetivo de mejorar el bienestar de sus empleados, varias empresas han optado por ofrecer servicios de bienestar corporativo. Estos incluyen viajes, eventos y actividades que caen dentro del mundo de los viajes. En definitiva, el empresario puede decidir “premiar” a sus empleados proporcionándoles un crédito asistencial, que garantiza a la empresa y al trabajador una serie de ventajas fiscales. Pero tenga cuidado porque, como explican los expertos de ACI blueteam, una realidad del ACI Automóvil Club de Italia, especializado en servicios en el campo de Viajes y Vacaciones, Eventos y Viajes de Negocios, el sistema no es flexible y las reglas no permitir excepciones.
Un sistema rígido
Antes que nada es bueno aclarar que el monto pagado por la empresa no puede ser pagado en efectivo al trabajador. Este último, de hecho, no puede pedir dinero a cambio del bono. La incapacidad de monetizar no es la única rigidez de esta herramienta. El bono de vacaciones no puede ser cedido por el trabajador a terceros y deberá utilizarse necesariamente para la compra de unas vacaciones destinadas al trabajador oa sus familiares. El otro problema se refiere al valor del bono.
Si, de hecho, el crédito social decidido por la empresa fuera de mil euros, el trabajador estaría obligado a comprar un servicio de viaje por mil euros. En definitiva, el empleado no podrá integrar el crédito, sino que deberá orientar su elección en algo de igual valor. Según explica la Agencia Tributaria, a través de la resolución 55, de 25 de septiembre de 2020 “el valor de estas prestaciones no estará sujeto a gravamen sólo en el caso de que se conceda al trabajador la posibilidad de adherirse, o no, a la oferta propuesta por el empleador, por tanto sin pudiendo convenir otros aspectos relativos a la utilización de la obra y/o servicio, sin perjuicio del momento de utilización de la prestación que se pueda convenir con el empleador o con la estructura prestadora del servicio”. Entonces, ¿cómo moverse en este procedimiento inelástico?
Camino obligatorio
Las soluciones son muy pocas. El empleado titular de un crédito, de hecho, puede elegir su viaje de un catálogo de propuestas que, sin embargo, están alineadas con su propia posibilidad de gasto, para asignar el monto a su disposición, sin integrar o modificar la propuesta. La única libertad otorgada se refiere a la elección de la fecha de viaje, esta es para el trabajador. A la luz de las numerosas limitaciones impuestas por la ley, las cajas de viaje podrían representar los productos que mejor se adaptan a lo definido por el legislador en materia de bienestar y vacaciones. La rigidez del sistema, explican los expertos de ACI blueteam, reduce enormemente el potencial de la herramienta, que en cambio fue creada para generar bienestar a los trabajadores.
Una herramienta más flexible
El bono de viaje, de hecho, está muy lejos de los métodos de uso de viaje actuales, cada vez más caracterizados por precios dinámicos, personalización, libertad de elección y centralidad del cliente y sus necesidades de viaje. Respetando las comprensibles preocupaciones relacionadas con un posible uso fraudulento del instrumento, que por su naturaleza representa un método de suministro de valor que no está sujeto a impuestos ni para el proveedor ni para el receptor, una ampliación de las limitaciones a la posibilidad de utilizar el crédito social. para las vacaciones sería muy bueno para todo el sector turístico, particularmente afectado por la pandemia, y para los propios beneficiarios, que se encontrarían aumentando su capacidad de gasto, que ahora se ve duramente puesta a prueba por la inflación.