En el invierno de sus vidas, Maria Van Dessel (82) y Frans Gijsemans (95) estuvieron en el ayuntamiento el martes. Sin anillos ni ramo, pero con dos garabatos y un corazón cálido, los dos se prometieron fidelidad eterna por el tiempo que restaba. “A nuestra edad, vivimos al día. Solo necesitaba saber cómo iba a estar el clima”.
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