Vamos Sinisa, golpéala otra vez. Lo sabía desde hace mucho tiempo, no se dio por vencido…

Detrás de la rueda de prensa de Mihajlovic. El redescubrimiento de la enfermedad y esa operación sin decir nada. La lucha contra la leucemia: una prueba más de coraje y apego al equipo

Sinisa Mihajlovic tiene razón: esta enfermedad debe ser muy valiente para seguir queriendo volver a enfrentarse a alguien como él. Y si la primera vez el desenlace de la batalla lo pronosticó un brillante tuit de Gene Gnocchi: «La leucemia conoció a Mihajlovic, ahora son los gallos de la leucemia…», ahora la misma Sinisa le advierte: «Si no es suficiente con la primera lección, le daremos otro».

El chubasco frío llegó ayer al mediodía en la rueda de prensa solicitada por el técnico que, como siempre, jugó a la vista sin esconderse. Los últimos análisis han puesto «las alarmas» sobre la posible reaparición de la leucemia mieloide aguda que le aquejaba hace dos años y medio y que había conseguido eliminar tras tres ciclos de quimioterapia y un trasplante de médula ósea. Su historia y su camino de lucha habían conmovido a todos. Su sorpresiva presencia para el primer campeonato en Verona en agosto de 2019, luego de 44 días de aislamiento en el hospital, perdió 15 kilos, su rostro ahuecado y cubierto por una máscara que pronto sería familiar para todos, sigue siendo una de las imágenes más impactantes. jamás visto en el mundo del deporte. La recuperación de Sinisa ha sido sorprendente en los últimos años y ha vuelto con fuerza a la vida normal, dando a todos, enfermos y no, una gran inyección de optimismo, coraje y lanzando un fuerte mensaje ligado a la prevención, los controles, la necesidad de ser donantes.

Parecía que todo había quedado atrás, hasta ayer: «Pero esta enfermedad es tortuosa y bastarda». Esta vez, sin embargo, Sinisa no se ve obligada a derribar a un oponente arrojado a la red en una entrada desesperada, sino que puede adelantarse, como le encantaba hacer en el campo, para evitar que se reinicie. A partir del martes volverá a estar hospitalizado en Sant’Orsola para un nuevo periodo de tratamiento. Se perderá algunas carreras, pero ya lo tiene todo preparado para seguir a su Bolonia a distancia, como la primera vez. Sinisa ya sabe lo que le espera, lo que tendrá que hacer. Está más preparado, listo, consciente y se enfrenta a una situación diferente a la anterior. En los 5 minutos volvió a decirle al mundo «Tengo que parar», no lloró. La emoción ha dejado paso a un tono más sereno, aunque firme. Si hace dos años y medio el ambiente era dramático, el de ayer combinó una mezcla de sorpresa, dolor e ira, porque nadie imaginaba otra parada.

Coraje e intervención

Las previsiones de regreso ya existen, pero de nada sirve dar fechas ahora, seguro que Sinisa apunta a quemar los tiempos. Una vez más la forma en que pidió a la afición que apoyara a sus muchachos y la promesa de que luchará con ellos y ellos lucharán por él, impactó y conmovió al mostrar la estatura del hombre así como la del entrenador. Que está muy ligado al equipo y a los colores, más de lo que quiere mostrar la dura piel del «serbio de los pies a la cabeza». Y aquí, en cambio, nos permitimos revelar algo más que nos hace entender tanto de él. En las últimas semanas, la decepción de Sinisa con los casos de Covid que habían diezmado al equipo y un mercado en enero que no correspondía a las necesidades ha sido leído por algunos como el indicador de una disminución de la motivación. Pacas. Baste decir que Sinisa se percató de esas «sondas de alarma» desde hace un tiempo, luego del desafío con Salernitana el pasado 26 de febrero. Vivió el siguiente partido ante el Turín sin decirle nada a nadie. Inmediatamente después, para tener certezas relacionadas con la enfermedad, tuvo que someterse a una cirugía nada trivial. Por lo general, quienes lo hacen pasan una semana en el hospital, él se aseguró de irse a casa esa misma noche. Pese a los puntos, dolores y recomendaciones de quienes le aconsejaron quedarse en casa a descansar, a la mañana siguiente se presentó en Casteldebole para dirigir el entrenamiento aunque apenas estaba de pie. “Soy un profesional, ahí está la Fiorentina. Tenemos que volver a estar en la clasificación». No dijo nada al equipo para mantener a todos concentrados y un par de días después estaba en el banquillo del Franchi atiborrado de analgésicos. Tras la respuesta, que ahora le obligará a recibir nuevos tratamientos, informó a los directivos y a Saputo con quien luego se reunió en Bolonia. Nunca se detuvo. Preparó el partido con el Atalanta sin dejar de preservar al equipo y a la plantilla de la que recién se informó ayer. ¿Cuántos habrían hecho lo mismo? ¿Es este un hombre que renuncia? Sinisa ni siquiera sabe lo que significa la palabra rendirse.

El cariño y tu agradecimiento

Ayer tras la conferencia recibió otro baño de cariño por parte de aficionados y protagonistas del mundo del fútbol, ​​la política y el espectáculo. Presidentes y directivos, excompañeros, sus jugadores, entrenadores. Un infinito. Un par de horas después del anuncio, su teléfono ya contaba con 700 mensajes. “Los leeré uno por uno… Pero no contestaré y espero que nadie se ofenda. Agradecer a todos por mi participación en el diario…”. Desde hoy Sinisa ha pedido respetar su privacidad: «Se puede hablar del entrenador Mihajlovic, pero dejar al hombre de Sinisa a su suerte». Ayer regresó a Roma con su familia, con su esposa Arianna, que es una roca, sus 5 hijos y su hermosa nieta Violante nacida el 28 de octubre que lo convirtió en abuelo. Con un equipo tan unido no hay obstáculo que no se pueda superar. El «partido de la vida» requiere prórroga… Todos estamos esperando su gol de oro. Vamos Sinisa.



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