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El mundo necesita energía nuclear. Puede que esto siga siendo impopular entre el público, pero es ampliamente aceptado en el mercado de productos básicos. Los precios del uranio (U3O8) han subido más de un cuarto a 65 dólares por libra en los últimos seis meses. Los alcistas ruidosos han puesto su dinero donde están sus bocas.
Para eliminar los combustibles basados en carbono del sistema de generación de electricidad se necesita algo más que parques eólicos y solares. Estos tienen demasiada intermitencia en el suministro. Los generadores simples y de estado estable pueden proporcionar el equilibrio de energía eléctrica necesario.
La energía nuclear, a pesar de los largos tiempos de construcción, el costo y las preocupaciones de seguridad, debería ganar. Desde 2000, el número de reactores en funcionamiento ha disminuido ligeramente. Pero para 2030 debería haber otros 32, la mayoría en China, según datos de Liberum. Cada nuevo reactor en China necesita más de 100 toneladas del equivalente de U3O8 extraído.
Ese crecimiento más la extensión de la vida útil de las centrales nucleares estadounidenses significa que la demanda debería superar la oferta a partir de 2025.
Los especuladores del Sprott Physical Uranium Trust de Canadá y de Yellow Cake, que cotiza en el Reino Unido, que compran y mantienen uranio, han hecho subir los precios en un mercado al contado con escasas transacciones.
Pero nada ofrece una alerta más fuerte para una materia prima que una crisis de suministro. Los dos mayores productores de uranio del mundo, Kazajstán y Canadá, representan juntos el 58 por ciento de la producción. Kazajstán, aliado cercano de Rusia, abasteció a algunos compradores occidentales, pero desde entonces Rusia ha bloqueado sus obvias rutas de exportación. Otros son costosos, dice Robert Crayford de Geiger Counter Investment Trust.
Cameco, minera canadiense de uranio que cotiza en la bolsa de Toronto, ha vendido toda su producción en los próximos años. Otros grandes productores, Australia y Namibia, se encuentran en una situación de bajada lenta. Es por eso que un golpe de Estado en julio en Níger, que representa sólo el 4 por ciento del suministro mundial de uranio, elevó los precios.
Si el uranio aumenta mucho más, digamos muy por encima de los 70 dólares, eso debería alentar a las mineras a aumentar la producción. Casi todos los proveedores del mundo estarían entonces produciendo por encima de sus costos en efectivo. Esas son buenas noticias para los compradores a largo plazo, no tanto para los especuladores.
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