Una lectora-escritora y una bella pastelera se encuentran en el Turín de principios del siglo XX. Y en el libro de Desy Icardi que concluye su pentalogía, la autora nos lleva a descubrir el verdadero significado de la palabra amor.


CTodos buscamos un sentido que darle a la existencia -qué esfuerzo- pero mientras tanto tenemos que gestionar otro: el de la culpa. Nos persigue por todas partes, nos distrae sobre todo de los únicos que importan: los cinco sentidos. Pero si hay un momento en el que los fallos desaparecen (y todo vuelve) es cuando la literatura cumple con su deber. Sucede con los libros de Desy Icardi, Turín, 48 años, creador de una intensa pentalogía en el que cada novela celebra un significado mientras ella, mientras tanto, ha perdido uno. Icardi tiene problemas de visión y la causa se llama enfermedad de Stargardt. Ni El pastelero de medianoche (Fazi), El ciclo termina dando espacio al gusto.el sentido que aquí se convierte en la clave de la felicidad.

Desy Icardi nació y vive en Turín. Con “El pastelero de medianoche” cierra la pentalogía sobre los cinco sentidos y el placer de la lectura iniciada en 2019. © 2021 Giliola CHISTE’

El pastelero de medianoche por Desy Icardi

Estamos en plena Primera Guerra Mundial y Turín es escenario de disturbios: El protagonista, un abogado que escapó del servicio militar obligatorio debido a su frágil físico, reencuentra a Jolanda.una bella aristócrata con quien su madre quería que se casara. Pero ahora todo ha cambiado excepto el talento de Jolanda en la cocina.. Antes lo había escondido, pero ahora lo muestra: si para muchos comer sólo sirve como refresco, para otros no. «Es en el sabor», leemos, «que se esconden tesoros mucho más preciosos que la mera supervivencia».

Para Jolanda, cocinar se convierte en una forma de descubrir una parte de sí misma y hacer las paces con el pasado. ¿Y para ella?
El gusto, como la lectura, es un puente hacia el pasado. Me encantan ciertas comidas tradicionales porque encuentro el sabor de mi infancia. Sin embargo, también me apasiona la cocina india y me encantan los postres. Mi pastel favorito es el “terciopelo rojo” y ante los merengues pierdo el control.

El protagonista, el abogado y lector Edmondo Ferro, tiene cien años y quiere vivir otros tres para poder escribir en la lápida, bajo su nombre, “un siglo de lectura”.
Elegí a un hombre mayor para expresar el amor por los libros: él, como la lectura, representa la continuidad de lo que ya fue. Incluso cuando leemos una novela contemporánea nos trasladamos al pasado, al momento en que se escribió el libro.

La ciudad se vio abrumada por las revueltas del pan de 1917, un acontecimiento que Italia encubrió a pesar de las 50 muertes. Por aquellos días Ferro se reúne con las damas de la caridad en un comedor social y allí conoce a Jolanda. Las mujeres parecen salir victoriosas de esta historia.
La Primera Guerra Mundial fue decisiva para la emancipación de las mujeres: las criadas abandonaron sin perspectivas las casas burguesas en las que trabajaban para sustituir a los hombres en las fábricas. Las oficinas se llenaron de empleados e incluso se contrataron conductores de tranvía y carteros. Al final de la guerra muchas perdieron sus trabajos, devolviéndolos a los hombres que regresaban del frente, pero comenzó una nueva era para las mujeres. La historia de la emancipación de la mujer se caracteriza por avances y paradas repentinas. Las tristes noticias de hoy lo confirman: aunque se han logrado muchos avances, es imposible bajar la guardia.

¿Qué representa Jolanda con sus fantasmas y su talento reprimido?
Es víctima de su tiempo, que le impone el papel de mujer rica para quien cocinar es una actividad inapropiada. Jolanda es aparentemente una privilegiada pero en realidad nunca ha podido elegir por sí misma.

El pastelero de medianoche de Desy Icardi, Fazi336 páginas, 17€

Turín y el siglo XX siempre están presentes en la pentalogía, ¿por qué?
Observo con curiosidad la ciudad en la que vivo porque es enigmática, racional e incluso extraña, pero sobre todo sabe ser acogedora: es una excelente anfitriona, dispuesta a contar sus historias y escuchar otras nuevas. La elección del siglo XX estuvo dictada por el recuerdo de las historias de familiares y amigos que marcaron mi crecimiento.

«Volvieron a estar juntos, pero no vivieron felices para siempre. Digamos que vivieron altibajos uno al lado del otro como millones de otras parejas…” leemos. Cada historia siempre resulta ser al final una historia de amor. ¿Qué es el amor para ella?
La clave para comprender el amor se encuentra en este libro: es el amor lo que une al escritor y al lector. Que aquí es entre Edmondo Ferro, en la inédita apariencia de escritor, y su silenciosa doncella Marianna, la que lee por primera vez sus experimentos literarios. El suyo es un amor auténtico y desinteresado. Cuando leo una novela y conecto con su autor es como si encontrara a mi alma gemela en el sentido más puro del término. Con los libros cerrados, en la vida cotidiana, mis puntos de referencia son mi pareja, mi madre y algunos amigos queridos.

¿Cómo nació la pentalogía?
Siempre he entendido la lectura como una experiencia multisensorial. Me encantan las historias que me hacen percibir olores, texturas, sabores y sonidos. Siempre estaré agradecido al primero, El rastreador de libros, por brindarme la atención de los lectores pero de los cinco mi favorito sigue siendo La Biblioteca de los Susurros. Se trata del sentido más importante e infravalorado desde el punto de vista social: el oído. Por mi parte, no lo cultivo adecuadamente. Una buena capacidad de escucha es la clave para hacer la vida más interesante y menos complicada.

¿Cuánto influyó su enfermedad en su escritura?
Me obligó a pensar en la sensorialidad, obviamente. El mundo está diseñado para quienes tienen los cinco sentidos en “buen estado”. Basta pensar en las señales en las paradas de autobús, visibles para personas con visión normal. Vivir con un significado comprometido te obliga a implementar estrategias alternativas, activar el pensamiento lateral y ser más creativo. Desde este punto de vista, la discapacidad puede convertirse en una ventaja, incluso aunque yo prescindiera de coger el autobús equivocado o de meter la nariz en las ventanillas. Lo tomo con ironía y no me olvido de guardar las tiritas en el bolso.

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