Una invitación a la lectura para los jóvenes

Regla número uno: nunca superpongas tu vida profesional, comenzando con tu vida política, con tu vida personal. Pero a menudo sucede que cada regla tiene excepciones. Y el caso de Romano Prodi y Flavia Franzoni lo confirma. El propio Prodi recordó, con motivo del funeral de su mujer, los 54 años de matrimonio, prácticamente una vida vivida juntos, su vida. Sin embargo, también fue un pedazo de la historia del país, de la historia de los italianos, tanto de los de su lado como del lado opuesto. Por eso hemos decidido publicar el discurso del profesor, escrito a mano, la noche anterior al funeral.

Permítanme recomendar su lectura, a los que apoyaron al Olivo y al frente de Berlusconi. En particular a los jóvenes que leen Il Sole 24 Ore ya los hijos de lectores mayores. Son palabras en las que se atestiguan valores importantes, diría fundamentales: el compromiso social, la necesidad “que por cada laceración hay que curar”, la dulzura y la severidad, divertirse “con toda la tribu” porque vivir es también divirtiéndose. El reloj biológico no deja salida, pero lo importante es dejar huellas de una vida que mereció ser vivida.



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