Olaf, Rianne y sus dos hijos Casper y Jesse llevan años viviendo sin preocupaciones en su casa de Breukelen. Hasta hace dos años sus vidas estaban completamente patas arriba: decidieron abrir su hogar a los refugiados ucranianos. En lugar de cuatro personas, la familia ahora vive con siete personas en una casa: “Parece que tenemos un hermano pequeño”.
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