Un ‘Réquiem’ bien interpretado por Verdi que adolece de cantantes mal elegidos


Dirigida por la chef Anja Bihlmaier, la Residentie Orkest desempeñó un meritorio Réquiem de Verdi. Agradable: el ‘Dies irae’, después de todo, la pieza de música clásica definitiva que esperas en el vestíbulo y que llega pronto, suena bien. Apretado, a un tempo uniformemente predecible para que pueda fantasear con seguridad detrás del bombo para ese ritmo de síncope en auge. La luz fría que ilumina el escenario de la sala de conciertos Amare lo agudiza todo. Bihlmaier mantiene ese carácter constante y predecible durante toda la velada. Sólido, robusto, con (a veces un poco demasiado) poco espacio para la elegancia.

En la nueva sala, un coro tiene que cantar desde el primer balcón sobre el escenario, lo que suena extra ‘honesto’ en la ya directa acústica de la sala (la reverberación se amortigua notablemente rápidamente a un nivel lento y luego persiste por un corto tiempo); el coro Laurens Symfonisch puede manejar esto muy bien. Su pieza a cappella en ‘Libera me’, por ejemplo, suena bellamente interpretada y emocionante.

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Pero la orquesta y el coro aún pueden tocar, cantar y tocar de manera meritoria, si hay cuatro cantantes frente a ellos cuyas voces no coinciden y que además apenas quieren escucharse entre sí en dúos y cuartetos, entonces es difícil para la audiencia. prestar atención aguantar Guanqun Yu tiene una soprano hermosa y clara, pero su vibrato errático a menudo se desliza hacia arriba y hacia abajo. Oksana Volkova también es una mezzosoprano extremadamente dramática, cuya voz se rompe en un gruñido crudo en el rango bajo y que, lo que es más molesto, no articula. Apenas distingue entre vocales, simplemente se salta las consonantes. Su ‘Liber scriptus’ parece un ejercicio de calentamiento.

El tenor Matteo Lippi sigue siendo el mejor, aunque sólo conoce dos colores: o suplicante en voz baja con aire falso o duro con la garganta apretada. El bajo-barítono Milan Siljanov tiene un sonido agradable y suave, pero canta a modo de disculpa. En sus ‘Confutatis’ esperas un paréntesis como ‘siempre que te convenga’ en cualquier momento. Entretiene, pero no de la manera más deseable.



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