Un pacto hecho en prisión entre dos mujeres que quieren empezar de nuevo. Planean abrirse camino en el mundo, incluso sin marido. Pero la vida exige cuenta


Ly los hombros de las mujeres son anchos. A veces demasiado: hasta el punto de asumir la culpa del crimen cometido por un hombre para proteger a la familia. Esto es lo que le sucede a Anita Calzavara, protagonista de Quédate conmigo, hermanala nueva novela de Emanuela Canepa (Einaudi).

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Anita y Noemí: las mujeres de Emanuela Canepa

Estamos en la década de 1920, en Padua. Gracias a su padre, Anita tuvo la oportunidad de recibir una educación mínima y trabaja como correctora de pruebas en el periódico donde también trabaja su medio hermano Biagio. Cuando el niño comete un robo, ella termina en la cárcel para encubrirlo: su salario garantiza un futuro para su querida hermanita Luisa. Entre rejas, en la Giudecca, la chica destaca por sus dotes contables y hace el saber de Noemí Folena. El ostracismo de los demás reclusos hacia ambos los acerca: Noemí es una bordadora con manos de oro, juntas planean emprender un negocio.

Cuando Anita sale de la cárcel, debe trabajar como camarera en la casa de la benefactora Clelia Bernardis en Venecia. Aquí conoce a Bruno, un veterano de guerra con el encanto del macho alfa. Anita se siente atraída por él pero es consciente de su lado oscuro, una inclinación a la violencia que la preocupa. Su vida llega a una encrucijada: elegir a Bruno, o esperar a que Noemí salga de prisión? Y Luisa, ¿podrá volver a verla?

Quédate conmigo, hermana de Emanuela Canepa, Estilo libre de Einaudi (páginas 408, euro 19).

La libertad de Anita choca con su condición de mujer y los estigmas sociales de la época, pero también con las sorpresas del destino. Emanuela Canepa, una romana trasplantada a Padua, está en su tercer ensayo narrativo, que no defrauda. Como en sus novelas anteriores, sondea el alma humana con serena maestría, desplazándose a sus anchas en un escenario histórico que nos lleva a descubrir el mundo de la mujer en la Italia de hace cien años.

¿Cómo nació el personaje de Anita Calzavara?
La historia viene de un lugar preciso: la prisión de Giudecca. Quería ambientar esta novela en Venecia, pero no en la ciudad de las postales. Elegí un barrio más popular, donde descubrí esta prisión. ¡Me impresionó mucho que estuviera dirigido por monjas, que se quedaron hasta 1992! Me gustó la idea de una mujer que entra inocente en prisión para salvar a otra persona. Incluso hoy en día existe una disparidad entre lo que ganan las mujeres y los hombres, pero entonces la diferencia era evidente. De aquí sale Anita, que se sacrifica porque su sueldo no alcanza para mantener a la familia, mientras que el de Biagio sí. Es una chica sencilla, no demasiado culta pero emprendedora. Insólito: en prisión ella es la única que sabe leer y escribir.

Emanuela Canepa, Román, vive en Padua. Empezó con el animal hembra (Einaudi), ganador por unanimidad del Premio Calvino.

¿Por qué decidiste probar suerte con una novela histórica?
He querido hacer esto durante mucho tiempo. Soy licenciada en historia, soy bibliotecaria desde hace mucho tiempo (ahora ella se dedica full time a escribir, ed) y tengo las herramientas para investigar. Tenía varias áreas de interés para explorar: la condición de la mujer en prisión, la ciudad de Venecia -poco estudiada en ese período histórico-, la guerra, la epidemia española…

¿Fue un trabajo largo?
Me tomó tres años. Empecé a investigar durante la pandemia, durante un año y medio estudié Venecia. Entonces escribí.

Entre los muchos hechos con los que te encontraste, ¿hay alguno que te haya llamado la atención en particular?
El transporte del cuerpo del Soldado Desconocido a Roma. Salió de Aquileia en tren y se detuvo en varias estaciones de Italia. Incluso en Venecia: las multitudes corrieron a rendir homenaje, era una elaboración del fantasma de la Primera Guerra Mundial. En esos días, Anita estaba en Venecia, así que quería que ella participara en este momento.

¿Cómo fue visto el trabajo de oficina de Anita?
A excepción de las mujeres de la clase alta y la aristocracia, el trabajo femenino siempre ha existido, especialmente en el campo. En ese momento, a las mujeres de la ciudad se les permitía trabajar en oficinas, pero estaban mal pagadas. Fueron juzgados negativamente porque no estaban en casa teniendo hijos. Cuando Anita es la última mujer en la sala de redacción esa noche, es una violación de la moral de la época. Incluso los socialistas, que apoyaban los derechos de la mujer, exigieron que a los hombres se les pagara bien para que las mujeres pudieran quedarse en casa.

¿El libro pone la hermandad en el centro?
Sí, entendida en el doble sentido, biológico y espiritual. El tema me hizo jugar por el esquema narrativo. Anita y Noemí son dos niñas desafortunadas diferentes, aisladas en un ambiente femenino: la fuerza de su vínculo abre el espacio para imaginar un futuro, un sueño. Las mujeres no siempre se apoyan unas a otras, pero cuando se activa la hermandad tiene un potencial generativo más fuerte, que no se encuentra en las relaciones entre hombres.

Bruno es un veterano de guerra ambicioso, que se siente destinado a mandar, incluso a las mujeres. ¿No crees que hay hombres así incluso hoy en día?
Desgraciadamente, las noticias nos ofrecen ejemplos cotidianos. Bruno cree ser un premio en la vida de Anita, alguien que se rebaja a casarse con ella, en realidad lo hace por su propio bien. Es altivo, es uno de esos hombres acostumbrados a la violencia, que quieren dominar. No es fascista, porque aquí estamos al principio, pero gente como él fue después el origen del primer fascismo.

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