El jarrón se vuelve a pegar con pegamento dorado. “Esto da a la vida un nuevo brillo”, explica Van Leeuwen. Ella mira el resultado final con satisfacción. “El jarrón es el simbolismo de la vida. Cuando todo se desmorona, en algún lugar se encuentra la fuerza para convertirlo en un todo coherente. Puede que incluso sea más fuerte y más poderoso de lo que era”.
El centro de acogida de Hoogeveen es un lugar para personas que padecen cáncer. La organización espera ayudar de forma accesible a las personas que se encuentran en un momento difícil.
“Es un verdadero contacto entre compañeros de sufrimiento. Realmente no importa cómo lo hagan entre ellos. Uno viene a tomar un café, el otro hace algo creativo. Encontramos apoyo mutuo, reconocimiento y reconocimiento”, explica la coordinadora interna Hennie. Bouwmeester. .
Otra forma de expresarse es escribir notas para el avellano retorcido que se encuentra en el jarrón pegado. “Sobre todo leemos que las personas experimentan mucha fuerza y se benefician enormemente de su entorno”, afirma Van Leeuwen.
En última instancia, Bouwmeester espera que el jarrón “viaje” a hospitales y consultorios de médicos de cabecera en Drente. Para que el centro de acogida pueda recoger muchas más lecciones de vida de (ex) pacientes con cáncer.
“Y que la gente también vive conscientemente el día a día y no siempre se preocupa por el mañana. Porque tal vez sólo deberíamos ocuparnos del hoy”, concluye Van Leeuwen.