Algunas carnes enlatadas y pan: eso es todo lo que Mariana Berdan y su familia tienen cuando huyen de Ucrania. Después de tres días de conducción, con dos adultos y dos niños pequeños en el asiento trasero, encuentran refugio en Oostkamp. Sin la abuela de 85 años. “No había suficiente espacio en el auto. Tuvimos que elegir”, solloza Mariana. Su marido también se queda atrás. Para servir a su país. “Gloria a Ucrania ya todos nuestros héroes”, escribe Yaroslag (9) en la puerta del dormitorio. Ni un niño escapa a la terrible realidad.
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