Tumba del multimillonario Museo de Pérgamo


Por Claudia von Duehren

“Lo haremos”. Esta frase clave de la nueva historia alemana ya fue formulada por el Canciller Federal Gerhard Schröder (80). En 1999, el político del SPD se propuso reconstruir la Isla de los Museos.

Pero también en este caso la prometedora sentencia de boca de un político parece terminar en desastre. “El monstruo de Pérgamo”, escribe «Espejo» sobre la obra de construcción del museo más famoso de Alemania. La renovación del Museo de Pérgamo se está saliendo de control en términos de tiempo y dinero.

Tras al menos 24 años de construcción en lugar de cinco, los costes de construcción que inicialmente ascendían a 500 millones de marcos se estiman ahora en 1.500 millones de euros, con un límite al alza.

Así es la situación actual en la obra frente al apartamento de la ex canciller Angela Merkel (70): se cubre el Altar de Pérgamo, se desmantela la fachada de Mshatta, de casi 1.300 años de antigüedad, al igual que el mercado de la casa puerta en Mileto.

Martin Maischberger (60), subdirector de la Colección de Antigüedades, ante una estatua del emperador Trajano, que por sí sola pesa más de dos toneladas Foto de : Christian Lohse

Gerhard Schröder quería que en tan sólo diez años los cinco museos de la isla Spree volvieran a brillar, como regalo a la nación. De eso hace ya un cuarto de siglo. Actualmente han fallecido dos arquitectos y numerosos funcionarios de la organización.

¿Perdió el control del proyecto del Museo de Pérgamo?

La construcción está a cargo de la Oficina Federal de Construcción y Planificación Regional (BBR) y la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano (SPK). Según un estudio del Spiegel, el BBR “perdió el control de este proyecto hace años”. El principal culpable es el SPK, que sigue aumentando los costes y alargando el plazo de construcción con nuevos deseos e ideas.

La puerta del mercado Millet permanecerá en su lugar durante la renovación.

La puerta del mercado Millet permanecerá en su lugar durante la renovación. Foto de : Christian Lohse

La dramaturgia del fracaso es siempre la misma en los grandes proyectos gubernamentales (BER, Stuttgart 21): primero está el deseo político con cifras estimadas, luego un concurso de arquitectura y luego la planificación de la construcción. Pero tras la ceremonia de inauguración, en la Isla de los Museos, sobre un terreno embarrado, llegó la desilusión: ni el tiempo de construcción ni el presupuesto pudieron mantenerse. El ciudadano paga la cuenta.



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