Trost comienza de nuevo: "Demasiados dolores, quería renunciar. Pero ahora estoy peleando"

Alessia, después de haber superado una inflamación generalizada, ahora tiene su base en el cuartel de su Fiamme Gialle en Ostia y la siguen Matarazzo, Donato y Margesin.

¿Dónde lo habíamos dejado? En la plataforma de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, lo mismo que el triunfo de Gimbo Tamberi. Eliminado en la clasificación con 1,90. Su último 1.90. Tres carreras seguirían ese año. Como las seis de la tarde de 2022, sin resultados reseñables. Han pasado 16 meses. Lo encontramos en Castelporziano, cerca de Ostia y de los cuarteles que son la base del polideportivo de su Fiamme Gialle. Alessia Trost, gran esperanza del high blue – un título mundial para estudiantes y junior – expresado solo parcialmente, ahora vive allí. Incluso si estos días está con su familia, en Pordenone, para las vacaciones de Navidad. Mientras tanto, deportivamente hablando, ha tocado fondo. Hasta que piensas seriamente en dejarlo.

Parábola

“Había mañanas -recuerda- en que, después del entrenamiento del día anterior, tardaba 10 minutos en levantarme de la cama. Y lloré. Sufría de problemas musculares, articulares, especialmente nerviosos. Mi espalda tiene varias protuberancias, mi columna hace berrinches. No sufrí una lesión específica, sino un estado inflamatorio general muy fuerte. La primavera pasada estaba tratando de saltar y no me levantaba del suelo. Así que en junio, de acuerdo con la federación, decidí desconectarme un tiempo”. Fue en ese momento que pensó en decir basta. Después de tres años en Ancona con Marco Tamberi y dos entre Sesto San Giovanni y Como con Roberto Vanzillotta, en otoño de 2021 se traslada a Berlín. Pero el intento, también debido a las múltiples dolencias, no había tenido éxito. Hasta hace tres meses. “Siempre la Federación – dice – en septiembre me ofreció un período de rehabilitación en Acquacetosa, en Roma. Reanudé con calma seguido de Vincenzo De Luca. Había confianza en un proyecto que apunta al 2024. La Fiamme Gialle, dirigida por Gabriele Di Paolo, una vez terminado ese primer período, me ofrecieron mudarme con ellos. Me sigue un grupo de técnicos dirigido por Andrea Matarazzo que incluye a Fabrizio Donato y Manuel Margesin, experto en salto de altura. Entreno con saltadores triples y astisti, somos un buen grupo. Es bueno tener diferentes puntos de vista y nuevos estímulos. Somos una especie de laboratorio. Tengo un bagaje tan técnico que puedo manejar ciertas cosas por mi cuenta. Cuando vuelva a saltar, nuevamente de acuerdo con Fidal, seré supervisado por Giulio Ciotti. Pero no estoy adelantado a los tiempos. Lo importante es no sentir más dolor, recuperar la eficiencia física. Es una apuesta all-in: estoy detrás, no jugaré bajo techo. Pero planeo reaparecer en la carrera abierta. La elección es precisa: vivo como un cuartel, en las dependencias de los ex oficiales, almorzando y cenando en horarios establecidos. Pero acepto el reto”.

Experiencias

La alta azul femenina hoy se identifica en Elena Vallortigara, bronce mundial encargada. “Lo sabes –admite-: verte en ese podio me puso enfermo. Nos enfrentamos a las mismas dificultades. Experimenté sensaciones dulces y amargas”. Desde hace unos meses, Alessia forma parte de la comisión de deportistas de la federación europea que preside la ex suiza de 400 años Lea Spunger. “Hay política y negocios -dice- hay mucho por hacer. No sé si la experiencia, interesante por ahora, tendrá implicaciones futuras. Ciertamente los deportistas, en el contexto en el que se desenvuelven, están infrarrepresentados, a pesar de estar en el centro del mismo”. Esta es también una forma de volver.



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