Todavía trabajo en prisión con poca calificación, la capacitación está baja


El trabajo penitenciario, especialmente el trabajo más formativo y profesionalizador realizado para empresas y cooperativas fuera de la administración penitenciaria, sigue siendo una oportunidad para unos pocos.

No faltan iniciativas virtuosas, pero los números son pequeños. Los internos involucrados a finales de junio de 2022 eran solo el 4,5% de los presentes en las instituciones (2.473 de 54.841), porcentaje en línea con años anteriores. También se concentran en algunas zonas de Italia, en particular Lombardía y Véneto. Mucho más generalizado estaba el trabajo por cuenta ajena de la administración penitenciaria que, según datos del Ministerio de Justicia, a finales de junio de 2022 afectaba a casi el 30% de los presentes y al 87% de los presos “empleados”. En su mayor parte, sin embargo, se trata de actividades poco cualificantes (limpieza, lavandería, etc.) y no de larga duración ya que se asignan de forma rotativa. En los últimos años ha disminuido la participación en cursos profesionales. La pandemia pesó ciertamente (en el primer semestre de 2020 se completaron 38 cursos), pero el descenso ya había comenzado en 2010-2011.

Los nudos del trabajo

Las disparidades territoriales, las dificultades para coordinar tiempos con los de la prisión y armonizar las necesidades de dos mundos diferentes, son los principales obstáculos a superar. Para los reclusos, trabajar significa ingresos económicos, habilidades profesionales, uso rentable del tiempo en prisión, la posibilidad de reinserción. Para la sociedad, reducción del riesgo de reincidencia y por tanto mayor seguridad.

«A pesar de las desgravaciones fiscales y de seguridad social previstas por la ley Smuraglia, lamentablemente hay pocos empresarios interesados ​​en invertir -explica Cosima Buccoliero, directora de la prisión de Turín y que, en Milán, había dirigido la prisión modelo de Bollate-. La prisión, sin embargo, también es un amortiguador. Debería inclinarse más a las necesidades de los empresarios. Se necesita un enfoque diferente y se deben aceptar los riesgos de una mayor flexibilidad. Vale la pena. “

Las diferencias territoriales son amplias como lo revela el desglose de las ventajas fiscales previstas por la ley Smuraglia. De hecho, más del 65 % de los importes correspondientes a 2022 (9,2 millones) se refieren a empresas y cooperativas ubicadas en Lombardía (3,3 millones) y en la zona Veneto-Friuli Venezia Giulia-Trentino Alto Adige (2,7 millones).



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