Las aves ornamentales de la familia Voermans en Wagenberg son desde hace veinte años las más bellas del mundo. Año tras año, padre, hijo y nieto participan en los campeonatos del mundo y se van a casa con una medalla. Pero ahora que el padre Wim tiene problemas de salud y su nieto Wouter estudia en el extranjero, Werner Voermans está solo para este Mundial.
Con un biberón en la mano, Werner camina por su cobertizo, pasando junto a las jaulas llenas de periquitos de colores brillantes. Innumerables diplomas y formularios de evaluación cuelgan de la pared junto al aviario. “Mi padre y yo participamos en exposiciones mundiales desde 2002 y más tarde se unió a nosotros mi hijo Wouter”, afirma. “En todos esos años, los tres hemos ganado 64 medallas, 32 de las cuales fueron de oro”.
“Esto me relaja y me da placer”.
El amor por los pájaros tiene una larga historia en la familia Voermans. Los dos abuelos de Werner ya los conservaban y él también se infectó con ellos a través de su padre Wim. Al final, Werner también apuñaló a su propio hijo Wouter (19). “Simplemente pienso que son hermosos. Cada tonto tiene su defecto y eso me relaja y me divierte”.
Juntos tenían 200 pájaros y los tres seleccionaban los periquitos más bonitos para cada Mundial. “Luego los entrenamos”. Werner pasa la mano por los barrotes de las jaulas en las que se encuentran los pájaros de competición. “Intentas acostumbrarlos a la gente. Porque cuanto mejor se muestren, mejor podrán ser evaluados. Así se sigue seleccionando y los mejores van al Mundial”.
“Es la primera vez en veinte años que no estoy en el Mundial”.
Pero este año Werner tendrá que hacerlo solo. Su hijo ha dejado este hobby en un segundo plano porque está estudiando en el extranjero. La salud del padre Wim le falla. “Mi padre tiene 82 años y recibe oxígeno. Entonces ya no funciona”, afirma Werner. No quería incluir todos los pájaros del padre Wim y del hijo Wouter. Entonces decidió reunirlos y quedarse con las 100 mejores aves. “Creo que es una pena, pero no hay otra manera”.
Diez pájaros partirán la próxima semana con la asociación de aves rumbo a España, donde se celebrará el Mundial el 25 de enero. Pero el propio Werner se queda en casa. “Normalmente viajo siempre con mi padre, pero él ya no puede venir conmigo. Por eso es la primera vez en veinte años que no estoy en el Mundial”, afirma Werner.
¿O, a pesar de todo, los pájaros seguirán ganando una medalla de oro? “Eso nunca se sabe de antemano. Pero todavía tengo confianza en ello y mi padre sigue todo de cerca”.