La contrarreloj cuesta arriba será decisiva: el galés de Ineos debe gestionar una ventaja de 26″, pero el juego sigue abierto
Falta la última etapa, la contrarreloj de Monte Lussari, ese ejercicio de faquir concebido por Remo Macor e imaginado por Enzo Cainero como último regalo para su tierra. Faltan dieciocho kilómetros y seiscientos metros (la pasarela en la gran belleza de Roma cuenta solo para selfies, brindis y últimos suspiros) y aún no sabemos quién ganó este Giro. Tras diecinueve etapas, dos días de descanso, 3.176,6 kilómetros recorridos y mil historias que contar, apenas 26 segundos separan al galés del Ineos del esloveno del Jumbo-Visma. Con algo más de dieciocho kilómetros, de los cuales siete y medio cuesta arriba (¡pero qué cuesta arriba!), levanta la mano quién sabe si será Geraint Thomas quien lucirá el maillot rosa -el primero de su dilatada carrera- hasta el Fori. Imperiali, o si en cambio Primoz Roglic podrá volcar a su favor la contrarreloj cuesta arriba de la penúltima jornada, la que en la Planche des Belles Filles le quitó un Tour de Francia que parecía ya ganado. O si -pongamos todas las posibilidades- Joao Almeida tendrá la capacidad de derribar el Giro recuperando 59 segundos, muchos de los cuales acumulados en las dos últimas jornadas.