Con el técnico hay otros tres jugadores verdes y dorados en Turín: el capitán Danilo, Bremer y el recién llegado Douglas Luiz. Gracias también a ellos, TM intentará reavivar la chispa con la fuerza de sus ideas y un poco de vitalidad brasileña, sin distorsionar y manteniendo intacta la esencialidad de la Juventus.
En sus inicios fue Paulo Amaral, nacido en Río de Janeiro en los años 1920, volante central y timonel de la Juventus en 1962-63. Fue el primer entrenador brasileño en la historia de la Dama, y también el único, al menos hasta la llegada de Thiago Motta, brasileño de nacimiento pero que sólo tiene sangre italiana en las venas. Y se siente italiano, como lo demuestra su elección de vestir la camiseta azul. El nuevo técnico de la Juventus tuvo una destacada carrera europea (llegó al Barcelona con 17 años) pero su campo de entrenamiento futbolístico fue Sudamérica. Nacido en Sao Bernardo do Campo, ciudad de la región metropolitana de São Paulo, lleva consigo la idea del fútbol vivido como alegría, pura diversión. Para Thiago, el fútbol se trata de dar emociones, en el Bolonia vivieron muchas de ellas la temporada pasada mientras que en la Juventus hace tiempo que no las prueban y no pueden esperar a volver a encontrarlas. Thiago intentará reavivar la chispa con la fuerza de las ideas y esa pizca de brasilidad que lleva dentro y que podrá sacar en abundancia en la Juventus, dado que la Juve, tras dejar a Alex Sandro, con Douglas Luiz ha traído el verde. Y los jugadores de oro vuelven a ser tres en la plantilla: desde el capitán Danilo hasta el tótem de la defensa Gleison Bremer y el nuevo fichaje procedente del Aston Villa. Contando también al técnico, habrá cuatro brasileños para la Dama, que intentará moverse a ritmo de samba, volviendo a ser apasionante y llena de vitalidad sin distorsionarse, manteniendo intacta su esencialidad italiana. Hay un hilo fino que une a Amaral y Motta y no es sólo el país de nacimiento. “El sargento de hierro” (como lo apodaban por su agotador entrenamiento y su inflexible rigor) fue el primero en desplegar la defensa zonal en nuestro fútbol, en su única temporada con la Juventus antes de entrenar también al Génova. Fue un revolucionario por su planteamiento muy ofensivo (4-2-4), precursor del fútbol posicional de Thiago, aunque en los anales sólo permaneció por una Copa Alpina (trofeo disputado entre 1960 y 1987) conquistada al vencer al ‘Atalanta’. . Motta tomó el camino inverso, partiendo de Génova para llegar al salón de Madama, donde le espera la exigente tarea de reconstruirse y volver a luchar por el scudetto.