Los terremotos no son ajenos a Afganistán, el país se encuentra sobre varias fallas geológicas, pero el del miércoles se ha cobrado un número extraordinario de vidas. Los talibanes dijeron que al menos 1.000 afganos murieron en el sismo de magnitud 5,9, ubicado a solo 10 kilómetros bajo la superficie de la Tierra, según el Servicio Geológico de Estados Unidos. Por la hora, a las dos y media de la mañana, muchas víctimas se vieron afectadas en su sueño.
Se espera que el número de muertos aumente aún más: se cree que muchas víctimas aún están bajo los escombros y es difícil obtener información porque se cortaron las conexiones telefónicas. El epicentro del sismo estuvo en una zona montañosa de difícil acceso, a unos 40 kilómetros al suroeste de la ciudad de Khost, en la frontera con Pakistán. Algunas aldeas habrían sido completamente destruidas. El terremoto fue el más fuerte en Afganistán en 20 años y se sintió a cientos de kilómetros de distancia. No se han reportado daños importantes en Pakistán.
El miércoles por la noche, los trabajadores humanitarios aún no habían llegado a algunas aldeas. El mal tiempo dificultó las labores de rescate con helicópteros. De los 1.500 heridos, muchos han sido trasladados a hospitales en otras ciudades, incluida Kabul. Los residentes de las provincias más afectadas de Khost y Paktika se ayudan mutuamente con refugio y búsqueda de sobrevivientes.
Los terremotos causan cientos de muertes en Afganistán cada año, en parte porque las casas no están construidas a prueba de terremotos. La atención médica deja mucho que desear, sobre todo en provincias y no hay planes de contingencia. Además, tras la toma del poder por parte de los talibanes en agosto del año pasado, la pobreza ha aumentado considerablemente, lo que no hará más que aumentar la necesidad de ayuda.
El líder supremo talibán, Hibatullah Akhundzada, suele permanecer en un segundo plano, pero el miércoles pidió inmediatamente a los organismos internacionales que “hagan todos los esfuerzos posibles para ayudar a las personas afectadas en esta gran tragedia”. El viceministro de atención de desastres afirmó que “cualquier país necesitaría ayuda exterior en un incidente tan importante”.
Después de la toma del poder, gran parte de la ayuda exterior se detuvo porque los donantes se negaron a ayudar a los talibanes con dinero y legitimidad. Muchos gobiernos no reconocen al régimen talibán como gobierno oficial. Las agencias de ayuda de las Naciones Unidas, como el Programa Mundial de Alimentos y UNICEF, se han mantenido. Ya habían extendido la ayuda porque millones de afganos se mueren de hambre.
Carpas y mantas
En respuesta a la solicitud de ayuda de las ‘autoridades de facto’, UNICEF ya ha llevado varios equipos médicos y camiones con tiendas de campaña, mantas y otras ayudas desde las inmediaciones hasta la zona del desastre. La ministra holandesa de Cooperación para el Desarrollo, Liesje Schreinemacher (VVD), tuiteó que Holanda “apoya a las organizaciones que pueden proporcionar ayuda de emergencia en el lugar”.
El presidente de los Estados Unidos, Biden, ha dado instrucciones a la USAID para que averigüe cómo puede contribuir Estados Unidos. Muchos donantes intentarán organizar la ayuda en torno a los talibanes tanto como sea posible, aunque será difícil evitar cierta cooperación.
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