Terremoto en Afganistán mata a más de 1.000 personas


Un terremoto en el este de Afganistán mató a más de 1.000 personas el miércoles, y se espera que el número de víctimas aumente a medida que el desastre agrava una crisis económica y humanitaria existente en el país.

El terremoto de magnitud 5,9 sacudió las provincias orientales de Paktika y Khost, a lo largo de la frontera con Pakistán. Los temblores se sintieron tanto en Kabul como en la capital de Pakistán, Islamabad.

La agencia de noticias estatal de Afganistán y los medios locales dijeron que el número de muertos había aumentado a más de 1.000 personas con 1.500 heridos. Funcionarios y agencias de ayuda dijeron que esperaban que las bajas siguieran aumentando a medida que las autoridades y el personal de rescate llegaran a las áreas más afectadas.

El terremoto se produjo cuando Afganistán se enfrenta a un colapso económico y amenaza con abrumar la ya limitada capacidad de gobierno del gobierno talibán. Con recursos limitados y falta de experiencia propia, el grupo islamista pidió a las agencias de ayuda que ayudaran con la respuesta.

Afganistán ha sufrido durante mucho tiempo violentos terremotos, pero una combinación de inseguridad económica y conflicto ha dejado a las comunidades rurales pobres mal preparadas para hacer frente a la situación.

“Además del terremoto de hoy, Afganistán se está recuperando de los efectos de décadas de conflicto, sequía severa y prolongada, efectos de otros desastres intensos relacionados con el clima, dificultades económicas extremas [and] un sistema de salud maltratado”, escribió en Twitter Necephor Mghendi, director afgano de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR).

El grupo de ayuda Islamic Relief dijo que muchas personas dormían en el momento del terremoto el miércoles temprano y se creía que estaban atrapadas bajo los escombros, mientras que las carreteras, la energía y otras infraestructuras habían resultado dañadas.

Afganistán ha caído en una de las peores crisis humanitarias del mundo desde que el grupo islamista retomó el poder hace 10 meses. La economía dependiente de la ayuda colapsó efectivamente después de que EE. UU., Europa y otros países cortaron la ayuda e impusieron sanciones debilitantes.

El hambre, la desnutrición y el desempleo han aumentado desde entonces. La FICR estima que el 70 por ciento de los hogares no pueden satisfacer las necesidades básicas, incluida la alimentación.

Si bien los analistas dicen que los grupos de ayuda hasta ahora han podido prevenir la hambruna masiva, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación estiman que 19 millones de afganos enfrentan una inseguridad alimentaria aguda, más de la mitad de la población.

Esto ha llevado a una situación de gobierno cada vez más precaria para los talibanes, cuyo gobierno sigue siendo en gran medida un paria. Los intentos de reconstruir los lazos internacionales han tenido un éxito limitado, mientras que los ataques armados de grupos extremistas rivales han aumentado como señal de una creciente inseguridad.

Los talibanes han agravado el aislamiento del país con una serie de medidas represivas del tipo que caracterizó su primer período en el poder en la década de 1990, prohibiendo a las adolescentes ir a la escuela y obligando a las mujeres a cubrirse la cara en público.



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